Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

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domingo, 19 de diciembre de 2010

11/12/10 Michael Jordan no sabe jugar a la petanca

Imaginaos que Michael Jordan después de ganar su sexto anillo como campeón de la NBA decide dejar el baloncesto. Cansado de tanta fama, gloria y dinero, quiere probar otros deportes y pasar desapercibido en un sitio donde no le molesten demasiado. Sabe que eso es imposible, pero se deja barba, se pone una gorra negra en la cabeza, gafas de sol y se marcha a España a aprender a jugar a la petanca.
Digamos que llega a Mataró y busca un club de petanca importante: Club de Petanca Mataró, para que buscar más. Michael se presenta un jueves en las oficinas del Club con un Curriculum inventado, en dónde dice que en Estados Unidos ha jugado a petanca esporádicamente y que está interesado en jugar con ellos. El jefe del Club le dice que se pase el sábado por la tarde para hacerle una prueba y ver qué deciden, si lo contratan o no. Por supuesto, el disfraz de Michael Jordan es perfecto y nadie lo ha reconocido.
Michael llega el sábado siguiente 15 minutos antes de la hora que habían quedado con sus bolas de petanca recién compradas, la misma gorra negra y ganas de disfrutar del juego. Michael no tiene ni idea de qué va eso de jugar a petanca, pero no parece muy difícil eso de tirar una bola de hierro lo más cerca posible a una bolita pequeña de madera. La prueba empieza puntual. Michael se dedica a tirar las bolas con cuidado, vigilando en acercarse lo más posible a la bolita de madera y él cree que no lo está haciendo del todo mal. Dos horas después de que Michael Jordan se pase la tarde tirando bolas de petanca de un lado a otro, recogerlas del suelo, limpiarse las manos de arena, etcétera; llega el jefe del Club de Petanca Mataró y se lo lleva a un rincón del parque.
“Mira chico, tú no has jugado nunca a petanca, ¿verdad?”, le pregunta el jefe del Club.
Michael todavía no entiende demasiado bien el idioma, pero le intuye la pregunta y le dice que no.
“Es que me he dado cuenta que eres un poco lento, que tiras las bolas con un estilo un poco raro, y creo que no estás preparado para jugar a la petanca con nosotros”, la voz del jefe del Club no suena dura, pero Michael se queda hundido. Se dan la mano y Michael Jordan se aleja del parque donde hace un momento había estado jugando a petanca teniendo claro que ese no es el deporte de su vida. 

Pues ahora viene mi historia. Yo soy Michael Jordan. El Club de Petanca Mataró es un restaurante italiano de Mawson Lakes y jugar a la petanca es lo mismo que lavar platos.
El jueves llevé mi Curriculum al jefe de cocina del restaurante y me dijo lo mismo que el jefe del Club a Michael. “Vienes el sábado a las seis de la tarde, con un delantal y una gorra y te hacemos una prueba para hacer de friegaplatos”.
17:45. Llego al restaurante y mucha gente ya está terminando de cenar. Busco al jefe de cocina y le digo que ya estoy preparado.
Me explica en qué va a consistir mi trabajo, que en teoría no parece difícil. Es un asco, pero no parece difícil. Una montaña de platos sucios, sartenes, ollas, botecitos con salsas rojas, verde, amarillas; recipientes de plástico donde antes había cebolla, salsa de tomate o champiñones…
Me paso dos horas limpiando todo lo que va llegando a mi zona de trabajo. Sharon, una chica australiana que lleva tres meses trabajando allí, es la que más me ayuda. Hay camareros majos que tiran todos los restos de comida en el cubo de basura y otros que te dejan el plato lleno de macarrones y patatas fritas, pero no me importa. Yo soy Michael Jordan y puedo con todo.
Dos horas después de empezar mi trabajo, se me acerca el jefe de cocina y me dice que salga un momento fuera con él, que quiere hablar conmigo.
“Mira, tú no sabes mucho inglés, ¿verdad?”, me pregunta el tipo.
“Bueno, llevo dos meses aquí, y estoy aprendiendo”, le intento explicar.
“Además, tú nunca has trabajado como friegaplatos, ¿no?”, me resopla el jefe de cocina.
“Bueno, en casa yo lavo los platos ahora”, le suelto al tipo.
“Es que en éste restaurante necesito a alguien que vaya más rápido. Hoy es un día tranquilo. Normalmente hay el doble o el triple de platos para lavar, y creo que no sirves para éste trabajo. Lo siento, pero será mejor que recojas tus cosas y te vayas”, me suelta, añadiendo que si alguna vez necesitan a alguien como pinche o como camarero ya me llamaría.
Le doy las gracias, me quito el delantal y salgo del restaurante con la misma sensación que tuvo Michael Jordan al dejar de jugar a petanca.


Eran las 20:00 de una tarde gris en Mawson Lakes cuando me acerqué al coche para regresar a casa, arranqué y el coche y volví al lado de Lorena para que me cuidara un poco. Si alguna mañana a eso de las 10:30, en algún parque de España, veis a un tipo negro de casi dos metros de altura, con barba, gafas de sol y una gorra en la cabeza jugando a petanca, acercaos a él y fijaos si tiene más de cinco anillos en sus manos. Si tiene seis, es Michael Jordan, si no, es un inmigrante subsahariano que como no tiene trabajo, mata las horas de tiempo libre jugando a la petanca.

3 comentarios:

  1. bro que le den al del restaurante....os dejo una jugada que me encantan de aquellos geniales bulls contra mis queridos knicks....http://www.youtube.com/watch?v=tazKgs21JTs.......me pone palote!!!!

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  2. ....como se tiene que defender una ultima jugada ganando de uno.....me emcanta la musica del principio.....good luck to you

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  3. SAm, estoy con Cristian, que le den a la Pizzeria, tus manos saben hacer cosas mucho mejores, como escribir todo esto!!!Ya saldrá otro trabajo para pagar esas multas!
    Animo y besos!

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