Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

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lunes, 13 de diciembre de 2010

04/12/10 Cena de Navidad en Adelaide

11:00 am:
Estiramos las horas en la cama cantando canciones de Mónica Naranjo, como si nuestra voz fuese la voz del hombre más pequeño del mundo. Nos convertimos en el futuro dúo de éxito mundial: Lorena Limonero y Sam Mandarinas. Es sábado por la mañana y esta noche tenemos nuestro primer evento social de renombre: La cena de Navidad del Instituto Ian Wark, el lugar dónde trabaja Lorena.

16:00 pm:
El camino hasta la peluquería “Underground” que está en Rundle Mall, es como estar metido dentro de una barbacoa gigante en dónde nosotros somos los pollos sin alas, con nuestro limón y naranja correspondiente metido en la boca de cada uno, para que no tengamos mal sabor al ser devorados.

17:00 pm:
Media hora después de entrar en la peluquería, los pelos de Lorena toman la forma exacta de moño australiano que ella había pedido. Solo le falta la flor en el pelo que aquí tanto se lleva.
Entramos en El Corte Inglés de Adelaide, que aquí se llama Myer, y buscamos un sitio donde maquillen a Lorena. La cena exige ir muy arreglados, así que tenemos ir lo más guapos posibles. Con el vestido, el peinado y recién maquillada Lorena está lista para dejar huella perenne entre sus compañeros de trabajo. Aunque no le hiciese falta hacer nada de eso para dejarla, evidentemente.
19:00 pm:
Aparcamos el coche dos calles más allá del restaurante “Ayers House Function”, que es el lugar escogido para la cena. Hay una marea de Hoolingans ingleses que acaban de salir del partido de Criquet del Siglo: Australia – Inglaterra. Se está celebrando estos días en Adelaide y pasan completamente borrachos, disfrazados con sombreros que imitan cabezas de caballo, pelotas de criquet y hasta el despistado de turno con el sombrero mejicano, es como estar en Las Ramblas de Barcelona un día de partido de Champions.
Mi sudor empieza a dejar marcas evidentes del calor insoportable que estamos pasando. Como cantaba Radio Futura, soy un tipo con 37 grados y un montón de huesos, con algo de pellejo alrededor…

20:30 – 0:00:
La cena es mala sin alevosía, sin haberlo programado: con intención de ser buena, pero con nivel anglosajón de Fish & Chips. Lo mejor es la cerveza y el vino que nos toca beber. A mí me toca beber esta jarra dos veces, y sin más complicaciones que las que da el pulso a mitad de la segunda jarra, termino sereno a la par que alegre.
Lorena se dedica a hablar con sus nuevos compañeros de trabajo y a beber vino australiano blanco y tinto sin distinción ni manías.
La globalización en el mundo de la investigación te hace compartir mesa con parejas de medio mundo: una malaya casada con un rumano jorobado; una polaca mal teñida con un búlgaro con pinta de futbolista retirado (vamos que se parece a Stoichkov); una pareja de portugueses embarazadísimos y aburridísimos que se mantienen en la esquina de la mesa por si a la chica le da por romper aguas, cosa que hubiese pagado porque sucediera, pero no sucedió; un australiano cachas casado con una australiana más cachas que él y que esperan a su segundo hijo, que me imagino que será campeón de culturismo entre 0 y 6 meses en cualquier competición a la que se presentase o el mejor de todos: un chino-alemán que estuvo trabajando en Vigo (Galicia, España…si, allí).
En fin un heterogéneo grupo con el que hemos estado estas horas de cena, la mar de a gusto.

1:00 am:
La fiesta termina en casa. Llegamos como si fueran las 7:00 de la mañana y Lorena lleva ese punto gracioso por haber bebido un poquito más de la cuenta. A pesar de todo, ella fue de largo, la investigadora más elegante y guapa de la fiesta.
Son las 2:00 am y mi familia se ha quedado sin poder volar a Italia por culpa de los controladores aéreos. Unos tipos que trabajan 7 horas a la semana y ganan 100 mil euros al año, deberían tener un poquito de respeto al resto de personas. No hay que desearle el mal a nadie, pero ahora mismo me viene un pequeño deseo navideño a la cabeza: que todos los controladores aéreos que año tras año,  tocan las narices a la pobre gente que se queda sin cumplir un sueño, o sin poder visitar a su familia, debería salirles ahora mismo una almorrana gigante, roja y sangrante en el  ojete de cada uno de ellos y que no les desapareciese hasta que dejasen de tocarnos los cojones. Y sin derecho a comprar Hemoal.

3 comentarios:

  1. Lorena estás guapísima!!! Eso, a dejar el listón bien alto!!! GUAPA!!!!!!

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  2. Di que si Virgi... que esta tremenda!! GUAPAAAA!! Esa españolaa!!!! :D

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