Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

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jueves, 16 de diciembre de 2010

09/12/10 Nuestros abuelos australianos

Todavía no tenemos hijos en Australia, pero ya tenemos bisabuelos para cuando nazcan. El vecino que nos vino a ayudar con nuestra aventura con la alarma, era un señor de 76 años llamado Brian Quick. Después de la aventura del 3456, fuimos hasta su casa para darle las gracias por su ayuda, y para avisarle de que por suerte, el sonido insoportable de la alarma ya no tendría que aguantarla más. El señor Quick (rápido como su apellido, chiste malo, lo sé), nos invito a entrar a su casa. Allí estaba la señora Rosemary Quick, al principio con cara asustada por la visita inesperada, pero que enseguida nos empezó a tratar como  a unos nuevos nietos adoptados.

Estuvimos más de una hora charlando con la familia Quick. Bueno, charlaban Lorena, Brian y Rosemary. Mi problema todavía con el idioma es que cuando tengo una frase pensada para lanzar a la conversación, el tema ya ha cambiado.
“Este es mi momento, ahora digo mi frase en inglés sobre el agua reciclada que se utiliza en Mawson Lakes”, voy pensando mientras se habla de ese tema. Justo en el momento en que voy a soltar mi frase lapidaria, Rosemary le pregunta a Lorena qué nos ha traído hasta Australia. Y yo ya tengo que buscarme otra frase.
Lorena le explica que es investigadora asociada a un proyecto para mejorar los tratamientos contra el cáncer. En ese momento Rosemary nos explica que lleva luchando contra el cáncer desde hace más de 20años. Y que justo este viernes tiene una operación contra un carcinoma que le ha vuelto a aparecer hace unos meses.

Brian y Rosemary Quick lleva 50 años casados, han vendido la casa donde estamos charlando con ellos y se van a  vivir a un barrio residencial cerca de Mawson Lakes. Nos enseñan todas las cosas que todavía les queda por vender: un sofá de cuero, una mesa de comedor con sus sillas, las butacas floreadas del comedor que nos parecen horrorosas, una mesa de jardín con sus sillas, un par de armarios blancos  y pequeños que no nos irían mal para dentro del vestidor… Un montón de cosas a las que no quieren poner precio y que nosotros no tenemos ni idea cuanto pueden costar. Seguramente les compremos algo antes de que se marchen definitivamente. Antes de despedirnos nos regalaron unos pasteles típicos de navidad caseros que se comen después del pavo, y se acompañan con una especie de crema pastelera que aquí se llama Custard.
La familia Quick se completa con 3 hijos, y una cantidad indefinida de nietos. Digo indefinida porque cuando la señora Quick dijo el número de nietos que tenía, yo estaba a punto de hablar sobre los fuegos artificiales el día de Nochevieja en Sídney, pero claro ese tema ya estaba terminado. El hijo tiene un restaurante francés en Melbourne y las dos hijas no sabemos a qué se dedican. Pero lo que nos robó el corazón es que nos dijeron que les encantaría que les visitamos en su nueva casa y que si nosotros queríamos ellos podrían ser nuestros abuelos australianos….

Miro de reojo a Lorena y noto que sus ojos se humedecen. Rosemary se da cuenta también y en el punto álgido de la charla es justo el momento de marcharse. Le decimos que volveremos antes del viernes para decirles con qué cosas nos quedamos de su casa. Las mesas de jardín y el sofá de cuero están casi decididos. Es una pena que cuando encuentras a unos vecinos tan entrañables y simpáticos, te digan que les queda poco tiempo de vivir allí. Les iremos a visitar en Navidad como buenos nietos y les deseamos que la operación de la abuela Quick sea todo un éxito.

El cielo que vemos en la carretera de vuelta a casa indica que el temporal ya ha pasado. Son las 20:45 de la noche y en España el frío de la mañana os obliga a abrigaros un poco más que ayer, pero menos que mañana. Y nosotros ya tenemos abuelos australianos.

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