Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

http://yahoracomoeselinviernoenaustralia.blogspot.com/

martes, 30 de noviembre de 2010

21/11/10 Taste The Barossa Valley

Vivimos en la zona vinícola de Australia. South Australia tiene el mejor clima para que la uva se convierta en una buena botella de vino. Y el mejor sitio para probarlo es Barossa Valley. La mejor manera de recorrer el valle es contratando los servicios de un profesional, así que llamamos a una empresa que te lleva a tres bodegas vinícolas y nos preparamos para probar todos los vinos que nos pongan en la copa.
El grupo es de lo más internacional: canadienses, suecos, irlandeses, norteamericanos, suizos, neozelandeses, australianos y los dos asiáticos de rigor: Kim padre y Kim hijo.
Una vez que estamos todos dentro del autobús, Cam, el simpático australiano que nos llevará todo el día a recorrer el valle, nos empieza a explicar las cualidades extraordinarias de los viñedos de Barossa. La uva característica de aquí es la Shiraz, una uva que no crece en ningún otro sitio del mundo.
El ritual es en todos los sitios el mismo. Vendedor rodeado de botellas de vino y veinte copas vacías, que se van llenando y se van vaciando dándote el tiempo justo para olerlo, saborearlo y decir aquello de: “este vino es afrutado”, o “te deja la boca con ganas de comerte un filete de ternera”, o incluso “dos años más y este vino joven sería un buen reserva”. Tonterías, claro.

Existe un método científicamente probado por mí, para saber exactamente en qué momento estás empezando a estar demasiado alegre debido al vino. Mucho de vosotros ya lo sabéis. A los demás os lo explico.
Elegís un dedo de cualquiera de las dos manos. Os lo acercáis a la cara y la tocáis. Si no sentís nada, si vuestro dedo en la cara no hace ningún efecto, incluso si pensáis que os podrían hacer la cirugía estética en ese preciso instante y no sentiríais nada, es que estáis borrachos.
Hoy mi cara no llego a dejar de sentir mis dedos, con lo cual no llegué en ningún momento a estar demasiado mal. Pero claro, tres bodegas, con un mínimo de siete vasos de vino para probar en cada una, por muy poco que sea, da para estar ligeramente alegre.
Chasco del día: Tom, un norteamericano de Nebraska, que durante todo el día ha estado flirteando con una canadiense de tetas operadas, se ha bajado en el mismo Hostel que ella, y claro, todos hemos pensado y comentado que había triunfado como la Coca-Cola; pero no,… a los treinta segundos de que el autobús arrancara de la parada donde se hospedaba la canadiense de tetas operadas, el pobre Tom ha salido corriendo de allí para volver al autobús. Se esfumó el triunfo. Además, creemos que también ha perdido la oportunidad con alguna de las dos suizas con las que venía esta mañana de su mismo Backpacker Hostel (algo así como “hostal para mochileros”). Pobre Tom, eligió mal día para aliarse con sus vecinos canadienses, y dejó pasar la oportunidad de conocer profundamente la rica Suiza.
Estos norteamericanos que se creen los reyes del mambo no tienen remedio.

Supongo que queréis saber quiénes son los protagonistas del fiasco erótico-festivo. Pues Tom es el tipo que está a la derecha de Lorena (el de la gorra soy yo, eh), y la canadiense de tetas operadas es la que está a su lado, con las gafas encima de la cabeza. Las dos amigas suizas son las que están sentadas al lado de la canadiense…

Y yo tan feliz con mi gallega, que es lo mejor del mundo. Por cierto, que mi gallega está completamente sobada en el sofá incómodo de nuestro apartamento. Ella dice que el vino no le afectó demasiado, pero lleva dos horas de siesta y empieza a ser hora de cenar: son las 20:22 pm de un caluroso día de primavera en Barossa Valley. En el valle donde se recoja la uva que da el maravilloso Albariño, es ya hora de desayunar (10:52 am). Viva Galicia.

lunes, 29 de noviembre de 2010

20/11/10 Hipnotizado por Harry

Viernes noche: Salimos a cenar con Doris y Martin, unos amigos suizos en un restaurante italiano,;una pasta deliciosa con pollo y aguacate, bebiendo una fresquita cerveza Coopers australiana, y de postre: el estreno de la última película de Harry Potter. Intento que el resultado de ver la película no sea la misma que el resto de películas que he intentado ver del mago. Las navidades pasadas intente terminar alguna de las películas de Harry Potter. Lorena me puso en casa de sus padres tres o cuatro de sus películas ,y el resultado siempre era el mismo: Diez minutos de película y a dormir.
Entrar por primera vez en un cine de Adelaide debería ser excusa para que la excitación del momento me impidiese dormir. Diez minutos después de empezar la película, mis ojos empiezan irremediablemente a cerrarse. Cuento tres cabezadas, cinco bostezos a boca completa y me voy repitiendo continuamente: “No te duermas, que tienes al colega suizo a tu lado disfrutando la película como un niño”. Me pierdo más de la mitad de la película sin entender muy bien de qué va. A la salida del cine le pregunto a Lorena si por fin Harry consiguió besar a la chica y escapar de los malos. Suspira con resignación y me acaricia dulcemente la cabeza. Está claro que no me he enterado de qué demonios iba la película. 
Salimos a comernos la noche australiana después de mi siesta de 17.50 dólares y entramos en un pub irlandés que se llama “El Elephant”. Estoy fresco como una rosa y Martin se duerme a la mitad de la primera cerveza. “Estos suizos no aguantan nada”, pienso mientras saboreo mi segunda Coopers. Hay una gama amplia de cervezas australianas, pero yo me quedo con mi Coopers. Es  rubia, suave, ligera y te deja muy buen sabor de boca. Puedes subir de nivel de sabor si cambias el color de la etiqueta. La verde es la más suave y la amarilla es la más fuerte, la cerveza negra.

Como Martin se duerme sin terminarse su cerveza, la noche australiana termina antes de las dos de la mañana. Me dedico a fotografiar a Lorena tomando cerveza, a un cuadro que clasifica a las cervezas según el color y el sabor, o las monedas que hay clavadas en la acera de Rundle Street.
Es hora de dormir y mi espíritu joven y descansado me pide marcha. Mis ojos son incapaces de cerrarse y escribo mientras Lorena ya duerme. Son las 3:00am de una noche que pudo ser de fiesta total y todo el mundo duerme. Allí, son las 17:30pm y todos los bares están abiertos. Gracias Harry por otra noche de cine especial.

domingo, 28 de noviembre de 2010

19/11/10 Morena de bote, Chumino rubiote

España es un país de pelo moreno. Australia es un país de pelo rubio. Estas son dos realidades. Acostumbra a pasar que las chicas (y también muchos chicos), no están contentos con el color de pelo que les ha tocado disfrutar en la vida, y tienden a teñírselo.
Espero que todos conozcáis el famoso dicho popular español que da título a la entrada de hoy, tan sabio como real. Por si no lo sabíais, el dicho en España dice: “Rubia de bote, chumino morenote”. La idea espero que quede clara. Aquí pasa todo lo contrario. Es muy habitual ver a las chicas teñidas de morena, se les ve la raíz del pelo rubio, la piel blanca y un tono artificial de pelo moreno que se nota que no es suyo.

Hablando de los dichos populares me dio por pensar en qué momento alguien puede llegar a certificar algo así. Me imagino a un funcionario de las altas esferas del Ministerio de… pongamos, Educación, Cultura y Dichos Populares, que tiene que justificar su sueldo y decide hacer encuestas para certificar la veracidad de los dichos populares. El trabajo de campo, por supuesto, le tocaría a uno de los becarios de turno.

“Tú vas a certificar el dicho popular: “En abril, aguas mil”; ya puedes buscar las cantidades de lluvias de los últimos 30 años del mes de abril para ver si es cierto o no que en abril llueve más”, le diría a uno de los becarios de turno.
“Y tú vas a dedicarte a ver si es verdad eso de que: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”, me imagino que no tengo que decirte la manera para comprobarlo, verdad”, le soltaría a otro.

Y así con una lista enorme de dichos populares que irían cayendo para cada becario de turno. Y al final de la lista, el dicho que todos querrían comprobar in situ. Y ¿a quién se lo darían si yo fuera becario del Ministerio de Educación, Cultura y Dichos Populares? No se hable más. Sería un amplio y duro trabajo, pero todo sea por mantener vivo el siempre inteligente y amplio saber popular.

Dejando aparte sueños que no pienso realizar, aquí dejo un par de fotos robadas a chicas que paseaban por las calles de Adelaide. La pelirroja no cuenta, pero no me voy a dedicar a explicar a las chicas, que en otra vida fui un becario español que se dedicaba a  comprobar la veracidad de los dichos populares y que ahora quería comprobar uno nuevo en Australia.

Por cierto, noticia de última hora que seguro que iremos ampliando en los próximos días: Ya tenemos casa y es esta:
Siempre es de noche en la España morena cuando termino de escribir, allí deben ser las 3:30am y aquí el mediodía ya pasó hace una hora; las 13:00 pm en un país rubio y pelirrojo con mechas negras.

sábado, 27 de noviembre de 2010

18/11/10 ¿Pijos nosotros? O sea, no.

Desde que Lorena y yo estamos juntos, hemos compartido tres pisos. Sumando el número de metros de los tres, no llegan ni a los 100 metros cuadrados.
En Barcelona vivíamos en menos de 40, en Mataró en menos de 35 y éste apartamento (por llamarlo de alguna manera), no llega ni a los 25 metros cuadrados.
Estos días estamos viendo casas en las que si sumamos los metros que tienen la cocina, el comedor y una pequeña parte del jardín, seguro que sobrepasan los 100 metros cuadrados. Pero uno se vuelve exigente cuando visita casas con dormitorios que tienen guardarropas y cuartos de baños que suman más de 30 metros cuadrados. Y que por lo tanto son más grandes que donde estamos viviendo ahora.
Muchas veces nos reímos de nuestras exigencias:
“Es que ésta cocina no me acaba de convencer porque corta la harmonía del salón”, o si hablamos del jardín, “es que yo prefiero que tenga un poco más de césped, treinta metros los veo justos”, o con el parking, “claro es que la de ayer tiene espacio para dos coches y esta solo tiene sitio para un coche, la bicicleta, el equipo de submarinismo…”. Me imagino que me vas siguiendo. No es que nos hayamos convertidos en pijos insoportables que se quejan de tonterías: ¡es que todas las casas son enormes y estamos alucinados porque dentro de poco podamos vivir en una de esas!
Pero dejemos el pijerío para quien lo necesite, y vayamos a lo nuestro. Dentro de poco tendremos una casa tan grande que habrá sitio para que vengáis todos a visitarnos y os enseñemos lo bien que se vive aquí.

Y ahora un poco de coche por la izquierda. Circular por las carreteras de Australia es peligroso. Ya no lo digo porque vas conduciendo por la izquierda, cuando toda tu vida lo has hecho por la derecha. No. El problema más importante de las carreteras de Australia es que no hay rotondas.
¿Cuántas veces nos hemos quejado de las rotondas? No lo hagáis más. Las rotondas evitan que te quedes parado cinco minutos en un cruce de dos carreteras nacionales sin tener narices de cruzar al lugar que tú quieres. O si quieres atravesar esa misma vía, tienes que cruzar los dedos para que no vengan demasiados coches y lo consigas antes de que se te haga tarde para visitar la siguiente casa.


Y volviendo a las casitas: O sea, que os juramos por Snoopy que no nos vamos a volver pijos, pero es que éstas casas son súper bonitas y mega grandes, y es una pena que no os pueda dar la hora con un Rolex, pero en mi Polar súper guay son las 17:05 pm, y en La Moraleja o en Marbella, donde la gente “in” todavía no tiene intención de saber cuánto tiempo le queda para seguir durmiendo y prepararse para  ir a su próxima fiesta, son las 7:35am. O sea, au revoir súper guapis.   

jueves, 25 de noviembre de 2010

17/11/10 Omar: Dos vidas en mi cabeza

Omar es un chico iraquí que cojea. Como inicio para describir a una persona no tiene demasiada sustancia, pero para mí es suficiente para imaginarme dos vidas: una vida apasionante,  y la otra real, la de verdad.

Vida 1: La real. Omar es ingeniero. Nació en Bagdad y se vino a Adelaide hace seis semanas en busca de una vida mejor para él y su familia. Está casado y tiene dos niños. Su mujer y los niños están en Iraq esperando que Omar encuentre trabajo. Su nivel de inglés no es para tirar cohetes, por eso va conmigo a clases de inglés gratuitas. Omar, como dije al principio, cojea. Me explicó un día que cuando era pequeño tuvo una enfermedad que se llama Poleo (como la infusión, pero sin la menta). Llevamos unos días llamándonos por teléfono, porque me comentó que hay un centro dónde el próximo 22 de noviembre empiezan unas clases gratuitas de inglés que tienen buena pinta. Pero todavía no he sido capaz de encontrar el sitio donde me dice él que está. Fin de la vida real.

Vida 2: La imaginada. Omar es un antiguo guardaespaldas personal del  antiguo jefe del régimen iraquí, Sadam Hussein. Lo sé porque me lo dijo un día al oído.
“Esto que te voy a contar es confidencial, y no quiero que lo vayas largando por ahí. Estoy buscando una casa para mi señor, que nadie tiene que saberlo, pero no está muerto. Lo que hicieron los norteamericanos fue una pantomima para que les dejásemos tranquilos. Ahora me paso los días recorriendo suburbios de Adelaide en busca de la casa perfecta”, me dice sin pestañear, en perfecto castellano.
“Vaya, que cosas”, le digo, intentando no parecer demasiado asustado.
“Lo del inglés es una tapadera; yo domino doce idiomas, soy soltero, adicto a las carreras de caballos y me encanta el  whiskey irlandés”.
“¿Y lo de la pierna?”, le pregunto, intuyendo que no es una simple Poleo infantil.
“Ay,  amigo, eso fue una buena historia. Estaba paseando con mi señor, cuando  un condenado soldado norteamericano nos lanzó una granada de mano. Yo no pude hacer otra cosa que chutarla como si fuese la pelota que nos daba el triunfo final del Mundial de fútbol para alejarla de mi señor. Me imagino que tendrás el gol de Iniesta en la final contra Holanda en la cabeza, ¿no? Pues de ese estilo fue mi chute. Lo que pasa es que yo me quedé sin pierna y sin copa del mundo”, sus palabras suenan convincentes. Le hago un gesto de aprobación con la cabeza y sigo con mis cosas.
“Una cosa más”, me dice. “Que nadie se entere de esto, de acuerdo”, y señalándose con el dedo corazón y el índice directamente a sus ojos, luego me apunta directamente a los míos con los mismos dedos,  y me dice: “I´m watching you. Te estaré vigilando. Aunque no te preocupes porque  desde ahora ya eres mi mejor amigo aquí”.

Respiro hondo y dejo de imaginar una vida distinta para el pobre Omar, que realmente es un chico muy majo y está buscando una vida mejor para él y su familia.

Casas: Si la primera casa en Mawson Lakes nos gustó, la de ayer nos pareció la casa perfecta para nosotros. Pedimos otra aplicación para poder luchar por ella y Lorena se pasa dos horas rellenando la infinidad de preguntas que te hacen para poder optar a cualquier casa. Yo me paso dos horas cocinando la comida de mañana, porque si hay algo que insoportable de nuestro apartamento, son los dos fuegos eléctricos de la cocina. Nunca vayáis a un piso en donde la cocina funcione con fuego eléctrico.


Esperando que nos den pronto la casa de nuestros sueños, y que nuestro vecino no tenga pinta de antiguo tirano mundial, os dejo aquí, cuando son las 16:00 pm de la tarde; en Bagdad, que van dos horas más adelantados que vosotros, ya son las 8:30 am. Ya es hora de ir al colegio, para los niños que puedan hacerlo en Iraq.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

16/11/10 Conduce por la izquierda

El camino que llevaba a Belén fue marcado por las estrellas del cielo, pero esa es otra historia  que  no viene a cuento y que ahora no nos importa demasiado.
Nuestro camino lo marcan los raíles del autobús que se ven en la imagen. Vas por la ciudad montado en un autobús normal y cuando llegas a una zona exclusiva para autobuses, los conductores meten las ruedas entre esos raíles y te llevan al sitio que desees. Nuestra parada era el concesionario Paradise Motors, donde hemos comprado nuestro coche Mazda 2.

Este tipo de compras supone dejarse un pastizal de dinero en un momento. Ayer me acerqué al banco para sacar 5000 dólares y hoy se los entregamos al tipo del concesionario a cambio del coche y de nuestro primer préstamo australiano. Pero aquí no estamos para hablar de cosas tristes.

Salimos del concesionario con una idea fija en la mente: ”Conducir por la izquierda, conducir por la izquierda”."Conducir por la izquierda".
Nada más dejar el concesionario hay un cruce para salir a la carretera principal.  Evidentemente, me pongo a mi derecha y un señor mayor que quiere meterse en la calle donde estamos nosotros me hace señales con las manos, haciéndome ver si estoy loco. Respiro hondo y sigo repitiendo la frase mágica: “conducir por la izquierda, conducir por la izquierda…”. Repetirse una frase muchas veces dentro de tu cabeza suele dar sus frutos. El resto del camino que lleva hasta Mawson Lakes para dejar a Lorena en su trabajo y luego regresar a Adelaide, voy por la izquierda.
El truco de conducir por la izquierda es pegarse a la línea que hay a la derecha del conductor. Si tienes suerte y hay algún coche delante de ti que va a tu mismo destino, lo que hay que hacer es seguirlo. Como si fueras policía y él un ladrón que acaba de asaltar el South Australian Bank, colocar encima del techo de tu coche una sirena que haga mucho ruido y sentir que estás metido en una película americana de los años 70, dónde tú eres Steve McQueen y estás a punto de atrapar al malo. 
Pero eso también es otra historia y ahora tiene que llegar Lorena para visitar otra casa en Mawson Lakes. Si fuésemos caminando hasta la casa tardaríamos 28 minutos. Con nuestro recién estrenado coche, sólo tardamos 6.



Son las 16:30 pm de un soleado día primaveral en Adelaide, y en España pronto sonarán muchos móviles para irse a trabajar, porque ya son las 7:00am. Buenos días a todos. Ya tenemos coche.

martes, 23 de noviembre de 2010

15/11/10 Central Market

No encontrarse con nadie que hable español, puede llevarte a situaciones extrañas.
Un día normal en Central Market de Adelaide, puede ser el inicio de una función escatológica muy cómica.
Empiezo a notar la llamada de la naturaleza dentro de mi cuerpo. Lorena esta eligiendo los mejores tomates de la tienda y mi voz suena demasiado fuerte cuando le digo:
“Cariño, creo que me estoy cagando”.
Lorena ladea la cabeza, abre los ojos con esa mezcla de sorpresa y “tío, cállate que te van a escuchar”, y abre las manos como si fuese a rezar por todos nosotros.
Pero la gente sigue eligiendo sus kiwis, sus manzanas Royal, sus mangos y nadie parece importarle mi comentario.
“Me estoy cagando a muerte, mi vida”, suelto subiendo un poco más el volumen de mi voz.
Lorena empieza a sonreír y la gente sigue comprobando lo duras que están las manzanas o el olor que desprenden los tomates.
Repito frases por el estilo como si estuviese hablando del precio de las espinacas y Lorena se mete en el juego, contestándome con otras frases del mismo calado, pero que no reproduzco aquí porque ella es una chica muy fina (todos la conocéis) y no queda bien que sepáis que dijo. Solo diré que en alguna frase suya, el nivel de escatología superaba el mío. Ya.
No podemos parar de reír. Pagamos nuestros tomates antes de que alguien esté aprendiendo español y nos pille con las manos en la masa. Nos vamos a casa y terminamos lo que tan repentinamente llegó a nosotros en el Central Market de Adelaide.

Coche: Ya tenemos el coche nominado para abandonar el concesionario Paradise Interchange. Es un Mazda 2 del 2005 con 80000 kilómetros que tiene muy buena pinta para que sea el elegido.

Casa: Vemos la primera casa que realmente nos gusta.
Pedimos los papeles para aplicar por ser sus próximos inquilinos y con nosotros, otras tres parejas también hacen lo mismo. La lucha por la casa soñada va a ser mucho más dura de lo esperado, porque lo bonito, bueno y relativamente barato, nos gusta a todos.

Hora redonda: 22:00 pm. Todo mi cuerpo está en perfectas condiciones. En  la ciudad que elijo hoy de España, digamos, Palma de Mallorca (saludos a Núria y Manu), son las 12:30pm, igual están paseando a sus perros, y ya sabéis que hay que hacer cuando terminan de hacer sus cositas.
Siento la escatológico del día, pero a todos nos hace tanta gracia hablar de caca, culo, pedo y pis. Hasta mañana.

lunes, 22 de noviembre de 2010

14/11/10 From lost to the river

Imaginaos que tenéis una guinda roja encima de la mesa de la cocina. De postre habéis preparado un delicioso pastel  de chocolate y como plato principal comprasteis un pavo tierno que acaba de salir del horno y huele estupendamente. ¿A quién le pones la guinda encima, al pastel o al pavo?
Lorena dice que al pastel. Yo siempre le pondría la guinda al pavo.
La historia de la guinda roja viene a cuento porque esta mañana, discutíamos sobre el uso correcto de las frases hechas o dichos populares. “Poner la guinda al pastel”, o “poner la guinda al pavo”. Después de discutirlo un buen rato, me parece que Lorena tiene razón. Lo de poner la guinda al pavo me viene de la mítica canción popular española: “échale guindas al pavo, que yo le echaré a la pava, vainilla, canela y clavo”. Lo que realmente se hace es poner la guinda en el pastel.
Quien no conozca la canción ya tarda en googlear “canción de la guinda y el pavo”, y escucharla en cualquier  Youtube o página cercana.

Evidentemente, en inglés también existen frases hechas o dichos populares, que aquí llaman: Idioms.
En muchas de mis clases de inglés hablamos de Idioms. “You are the apple of my eyes”, o sea, que eres la manzana de mis ojos. O “Jump on the BandWagon”, lo que viene siendo “subirse al carro”.
Pues en una de estas clases de la semana pasada, nos pidieron que dijésemos algún Idiom en nuestra lengua materna y lo intentásemos explicar en inglés; para darnos cuenta de que es imposible hacer una traducción acertada de su significado.
No pude resistirlo.
“En español hay una muy buena, que traducida al inglés sería: “From lost to the river”, algo así como que cuando todo va mal y no ves solución, te lanzas al río y a la desesperada y a ver qué pasa”,  les solté a los compañeros y profesores de la clase.
“O también tenemos: “Speaking in silver”, que es andarse sin rodeos cuando quieres decir algo”, les dije con media sonrisa y diciéndome a mí mismo, no le sueltes ninguna más que se te va a escapar la risa y no vas a poder parar.
Me hubiese encantado decirle la que más me gusta a mí: ”Take a shit little parrot”, es decir, “cágate lorito”, pero me abstuve y dejé que el profesor Patrick, un oriundo de las islas Seychelles cuya lengua materna es el creole, nos dijera el suyo, que para el que esté interesado es éste: “Bef dan disab saheen vey son hizye”, algo así como “la vaca estirada en la arena se mira su propio ojo”. Vamos que no hay por donde cogerlo.

Otro día os pongo más Idioms en inglés para que hagáis la traducción literal al español y os echéis unas risas. Ahora voy a poner la guinda roja, que por cierto a la mayoría de la gente no le gusta nada y siempre la dejan en el plato, encima del pastel de chocolate que me comería ahora mismo si lo tuviera aquí.

Homenaje a los soldados muertos en servicio a la patria que hay en un parque de Adelaide, que no tiene nada que ver con el post de hoy, pero me parecía interesante de publicar.

Son las 23:42 pm y la guinda roja sigue dando vueltas por el plato, las 14:12 pm en el lugar donde a “buenas horas mangas verdes”, o sea “At good hours sleeves green”; o “monto un circo y me crecen los enanos”, es decir: “I build a circus and the midgets grow”.

domingo, 21 de noviembre de 2010

13/11/10 Policías de Adelaide

Cuando ves un coche de policia subido en la acera de cualquier ciudad, lo primero que se te pasa por la cabeza, es que algo malo ha pasado. La otra noche una patrulla de policía de Adelaide estaba plantada en Rundle Mall, la calle más comercial de la ciudad, esperando que el semáforo de los coches se pusiera rojo. En ese momento, tres policías vestidos con su chaleco reflectante, su gorra calada y un aparato para controlar el nivel de alcoholemia en su mano, se abalanzaban hacia el primer coche que estaba parado en el semáforo y le hacían soplar. Cinco segundos después, si todo estaba correcto, el policía se llevaba la mano a la gorra, saludaba al conductor de turno y seguro que le deseaba buenas noches. 

Días después nos enteramos, gracias a Bianca, una chica australiana, que con 27 años ya es chef de un restaurante y está pensando en comprarse su segunda casa (es un resumen rápido de su vida para que veáis el nivel que se puede conseguir aquí). Bianca nos decía que cuando la policía te pilla con una copa de más y das positivo en un control de alcoholemia, el castigo que tienes que cumplir es el siguiente: Resulta que colocan en tu coche una especie de máquina para controlar tu nivel de alcohol, y cada vez que quieres encender el coche tienes que soplarle para comprobar que tu nivel de alcoholemia da cero. Esa acción  te la  hace repetir cada veinte minutos, mientras estás conduciendo. Supongo que lo hacen por si te da por beber mientras conduces. Pero no creáis que la maquinita es gratuita. Tienes que  pagar 200 dólares al mes y llevarla durante un año dentro de tu coche, como castigo por haberte encontrado una vez conduciendo positivo. Los australianos sí que hacen caso a Stevie Wonder.

Sala de espera de la estación central de trenes de Adelaide: Lorena y yo nos sentamos en un banco esperando que salga su tren hacia el trabajo. A nuestro lado, una chica de claro origen musulmán, tiene una cámara de video entre sus manos y va grabando a la gente que sale de los trenes. A su lado, un tipo de mediana edad la mira de reojo. Nosotros estamos a nuestro rollo, cuando la chica musulmana apaga su cámara de video y se levanta del banco. Inmediatamente después, el tipo que estaba a su lado se levanta tras ella y le enseña la placa policial como si estuviésemos dentro de una película americana. Le coge del brazo y se la lleva a la comisaría que hay en la estación. El tren de Lorena está a punto de salir y nos miramos alucinados. Si realmente estuviéramos en una película americana, la chica sería una peligrosa terrorista que quiere atentar en esta apacible ciudad australiana. La realidad, según vimos por la cara de la chica, es que era una simple turista que le hacía gracia grabar a la gente cómo salía del tren hacia su lugar de trabajo y lo mona que está quedando la estación de trenes con los primeros adornos navideños.

Es una pena que los sábados no tengan 36 horas y los lunes se queden con 12. Aquí ya se empieza a terminar el nuestro. Con ganas de cenar y de hablar más tarde con la familia, ya son las 22:05, las 12:35 en algún lugar de la mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme.

12/11/10 Craig , the blind man

El viernes es el día de la piscina. Después de una semana intensa, no hay nada mejor que darse un paseo hasta el Adelaide Aquatic Centre y nadar un poco. Además es el día que podemos hacer juntos, Lorena y yo, una parte del trayecto que la lleva al trabajo. Hoy Adelaide amaneció lluvioso. Decidimos buscar qué autobús llega hasta Mawson Lakes que además pase lo más cerca del centro acuático.
Parada D1 Currie Street. Es la calle paralela a la nuestra, así que compartiendo el paraguas como dos enamorados, llegamos a la parada y esperamos al bus 238. Llega con el habitual retraso que tienen siempre los autobuses, pero me llevo una gran alegría al ver que dentro del autobús hay alguien que sé que va cada viernes también a la piscina.
El señor al que veo cada semana es ciego. Tiene barba abundante, de mediana estatura y parece controlar dónde se tiene que bajar para llegar. Ya no tengo que preocuparme en saber dónde bajar: se trata de seguir al  señor ciego y llegar al centro acuático.

Cuando se levanta sé que es el momento para salir. Lorena y yo nos deseamos un buen día y salgo a la calle tras el señor. Me pongo a su lado y le pregunto si va a la piscina. Me dice que sí y le ayudo a cruzar la carretera. Pero no os penséis que la carretera tiene su semáforo y ya está. No. Es una carretera de tres carriles por sentido, sin ningún lugar por el que cruzar si no es a la aventura.
Craig, que es el nombre del señor, empieza a levantar su bastón perpendicular a su cuerpo y camina sin miedo. Yo le cojo del antebrazo totalmente acojonado. Los coches van pasando a gran velocidad, pero Craig no se detiene. Sigue moviendo su bastón con energía y cruzamos la carretera de seis carriles hasta llegar a la puerta del centro acuático.

Mientras cruzábamos la carretera vamos hablando. Que de dónde soy, que qué hago por aquí, que si  mi acento es divertido. Craig es un apasionado del deporte y me recuerda que en Barcelona fueron los juegos olímpicos de 1992. Y que él estuvo en los juegos olímpicos de Sídney como voluntario.

Llegamos a los vestuarios y llevo un rato pensando en cómo despedirme. Aquí no se lleva el Goodbye, o el bye, aquí dicen See you (nos vemos), pero me parece de mala educación decirle eso a un ciego. Es como cuando estás hablando con una chica-señora-mujer con un generoso escote y estás pensando más en no mirarle las tetas que en escuchar lo que te está diciendo. Pues eso me pasaba con Craig. Yo ya estaba preparado para meterme en la piscina y quería despedirme de él, pero me parecía feo decirle see you. Paso por su lado y le digo:”Bye, Craig”. Craig, sin ningún tipo de reparo me dijo: “See you, Sam. Good day”.

No falla. La cara de idiota en estas ocasiones es enorme. A Craig tampoco le parecía importarle mucho mi cara, seguramente.

En Australia, igual que en España, el humor negro está bien considerado. El próximo día de piscina, cuando vea a Craig, igual le digo que lo veo muy bien y claro, me despediré de él con el australiano See you.

No veo la hora de que llegue el tren que trae a Lorena a la ciudad.  Son las 18:30 pm de una lluviosa tarde de primavera en Adelaide, 9 horas y media menos en España. Por un día calculad vosotros la hora a la que estáis. O simplemente echadle un vistazo al reloj que tengáis más próximo.

viernes, 19 de noviembre de 2010

11/11/10 20 poemas de amor y una profesora coreana

Jeongah Kim; ese es el nombre del día. La nueva profesora de inglés de los jueves en TAFEsa, el sitio donde los alumnos somos conejillos de indias para profesores que están aprendiendo a enseñar,  es coreana, de media estatura, joven y empezó la clase (intento reproducir el sonido de su boca), más o menos así:
“Gu monin, tude a tol tu gutin a batin”. La cara de los alumnos y de la profesora que la está examinando, era la colección completa de poemas de Neruda: “20 poemas de amor y una canción desesperada”.
Lo que Jeongah estaba intentando decirnos era: “Good morning, today I told you Good Things and Bad Things” (vamos que quería hablarnos de cosas buenas y cosas malas).  Las siguientes frases seguían siendo irreproducibles; con lo cual en un momento de desesperación estoy a punto de levantarme del asiento, acercarme a la profesora Kim y dulcemente, cogerle la cabeza, acercármela hasta mi boca y darle un fraternal beso en la frente. Dos golpecitos en la espalda y si te he visto no me acuerdo. Pero soy su alumno y seguro que tiene algo bueno que enseñarme. La profesora que la está examinando se la lleva un momento fuera de la clase y parece aconsejarle algo que le hace cambiar un poco el chip. Su acento sigue siendo terrible, pero con la ayuda de la pizarra y su buena letra, la clase fluye como el río que va a dar a la mar (o me gustas cuando callas porque estás como ausente): Neruda´s memory.
Good Thing: Tener una casa grande; porque tienes mucho sitio para ti.
Bad Thing: Tener una casa grande; porque cuesta mucho limpiarla.
La lección de hoy con la profesora Kim es que todo es bueno o es malo según el cristal con que se mire.

La primera matanza de Bedbugs ha empezado hoy. Media hora de spray por toda la maldita moqueta del apartamento y el exterminio de bichejos pronto llegará a su fin.

Coche: Después de la frustración con el Daewo Tacuma, hoy voy a visitar en Gurney´s Car Centre, un par de coches asiáticos que parecen tener buena pinta: un Kia Sportage del 2000 y un Ssayyong del 1996 que tiene demasiados kilómetros como para qué se pueda mantener vivo durante 3 años. Habrá que hacerle una inspección completa y ver qué tal se comporta cuando lo probemos.

Casa: Otra decepción. Las ventanas se caen a trozos, huele mal y en el baño sería imposible pillarle el gusto a entrar en un par de años, con lo cual será mejor descartarlo. El jardín es una especie de basurero del resto de los vecinos que nos tocaría limpiar a nosotros. Además, los vecinos de al lado tienen colgada en la puerta una esfinge un poco rara de lo que parece una antigua tribu satánica.

Las moscas me acompañan en la parada 16 de Prospect Road  mientras escribo el post de hoy. Son las 17:45 pm de una tarde calurosa en los suburbios de Adelaide, las 8:15 am en el frío otoño español.
Como diría mi nueva profesora de inglés: “gu monin en siyu tumolo”

jueves, 18 de noviembre de 2010

10/11/10 Personas del mundo

Es increíble lo productivos que son los trayectos en autobús por los suburbios de ésta ciudad. Y el magnífico GPS que tiene el iPhone para llegar al lugar que deseas. 
Después de visitar la tercera casa desde que estamos aquí; una bonita, aunque no suficientemente especial  casa, como  para quedarnos con ella y que está situada en el suburbio de College Park, que tiene este bonito aspecto por fuera…

Pero que por dentro sigue teniendo cocina eléctrica pequeña y toda la casa está enmoquetada,  algo que después de la experiencia que estamos teniendo con nuestros amigos Bedbugs, intentaremos evitar (aunque parece difícil, porque creo que la mayoría de las casas aquí están enmoquetadas).

Regreso a la parada de autobús para volver a Adelaide. Un tipo con pinta de estar retirado hace años del mercado laboral, se pone a mi lado y me pregunta:
-           - ¿Hace mucho que esperas al bus? -  me pregunta con un marcado acento del este europeo.
-            -  Acabo de llegar hace 5 minutos – le contesto con mi acento español.
Y de esta sencilla manera conozco a Ferenc. Un antiguo trabajador de la construcción que emigró desde Hungría en los años 80, se casó con una australiana y acaba de divorciarse; vive sólo en una casa de la zona por la que paga 150 dólares cada dos semanas y tiene ataques de epilepsia bastante continuos por los que se medica con un montón de pastillas al día. Baja un par de veces al supermercado de la ciudad cuando nota que su cabeza no va a depararle una mala jugada y me cuenta que él conoció al famoso jugador de fútbol húngaro de los años 50, que jugó en el Real Madrid y que se llamaba como él: Ferenc Puskas.
Todo eso puedes saber de alguien que se encuentra solo en una ciudad y no tiene con quién hablar. Yo también le cuento alguna de mis peripecias  por Adelaide y al llegar a la parada más cercana al supermercado, nos despedimos deseándonos un buen día; que espero no sea tan intenso como el de ayer.
Y así vas conociendo gente del mundo.

Ahmatjan: El chico sin patria, que viene de una provincia entre China y Rusia, que está viviendo con sus tíos e intenta estudiar inglés, encontrar trabajo de lo que sea y volver a su país (que sigue sin tener nombre) con mucho dinero para solucionar los problemas de su familia.
Mayumi: Una chica japonesa que después de 10 años de trabajar en una misma empresa y de tener el mismo novio, decidió dejarlo todo y marcharse a la aventura en Australia. Primero 6 meses en Sídney y ahora ya lleva 3 en Adelaide.
Hugo: Un ingeniero chileno que dejó su trabajo en Santiago de Chile para venir con su mujer y sus dos hijos a Australia porque su mujer está haciendo el doctorado y él intenta aprender inglés y cuida a sus dos hijos.
Fabio: Un chico del sur de Italia que está esperando que su novia acabe el doctorado en Roma y venga a buscarse la vida aquí. Mientras la espera, también intenta aprender el idioma y buscar un trabajo para poder vivir.

Y esta es una pequeña parte de la gente que te puedes encontrar en un autobús, una iglesia donde dan clases de inglés gratis o por la calle.

Noticia del coche: Según el mecánico de la RAA (algo así como el RACC en Catalunya), al Daewo Tacuma que queríamos comprar hay que: cambiarle la batería, los frenos no van bien, una goma del motor parece que esta medio rota y puede hacer que el aceite se introduzca por el motor y lo fastidie, o el aire acondicionado no funciona excesivamente bien. Así que sintiéndolo mucho, descartamos el Daewo y seguimos buscando.

El mundo está representado en las calles de Adelaide: son las 15:46 pm y hoy me apetece comprar un vino australiano, porque tenemos dos abridores y todavía no hemos utilizado ninguno de los dos. El vino español no debería tomarse a las horas que son ahora allí: 06:16 am.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

09/11/10 Un buen día

Los días se pueden tomar de dos formas: o positivos, o negativos. Hoy el día ha sido negativo, pero voy a explicarlo como si la botella estuviese medio llena.

11:00 am
Gracias a los chinches (Bedbugs, a partir de ahora) tenemos dos apartamentos. Bien.
El cazador de Bedbugs y otras plagas de bichejos similares, ha encontrado a los simpáticos chupasangres nocturnos escondidos en el somier de nuestra cama. Tiene que fumigar el apartamento en tres sesiones que nos van a costar casi 300 dólares; pero qué es el dinero si lo importante es siempre la salud.
Dos Bedbugs durmiendo entre las tablas de madera de nuestro somier. Esa era la imagen del día. Según el Cazador de Bedbugs, han podido llegar en las cajas y maletas que teníamos debajo de la cama llenas de ropa. Con lo cual, he tenido que vaciarlas, sacar toda la ropa, y tendré que lavarlas con agua caliente por si quedasen restos de Bedbugs en su interior. Qué limpia vamos a tener ahora toda la ropa. OK.

11:30- 13:45 pm
Deshago las maletas, lavo las sábanas y fundas de almohadas, preparo la cama del apartamento 129, que será a partir de ahora nuestra guarida para dormir en las dos próximas semanas. Qué suerte hemos tenido; sin pedirlo tenemos un dúplex que se comunica por las escaleras anti incendios. Así podemos hacer vida en el apartamento 224 y dormimos en el 129.

14:00 pm
Teniendo en cuenta que hay que seguir comiendo cada día, pongo a hervir unos riquísimos brócolis australianos. En cuanto empieza a salir humo del agua hirviendo, suena la alarma de incendios. Aprieto rápidamente el botón de “No vengáis bomberos, que esto es una falsa alarma y aquí no se está quemando nada”, pero no me hace caso. La alarma sigue sonando. Apago todo y salgo corriendo escaleras abajo. En la puerta hay tipo de mediana edad que me sonríe y me dice que no me preocupe, que es solo una rutinaria revisión de la alarma de incendios. He estado a punto de lanzar la olla con el brócoli por la ventana para evitar la multa de 500 dólares que tienes que pagar si llamas a los bomberos en vano. (Jamás llamarás a los bomberos en vano). Respiro hondo y sonrío al tipo de la alarma. Incluso le deseo que tenga un buen día.

15:00pm
La ropa de la cama ya está limpia. Pero está tan mojada que la tengo que meter en la secadora. Una secada rápida cuesta 1 dólar. Como las últimas monedas que tenía las utilice para lavar  la ropa, tengo que cambiar un billete de 10 dólares en monedas. Le pido a la chica de la entrada de los apartamentos si tiene cambio. Se disculpa y me dice que “no sorry”. Pienso una maldad, pero me la callo y le sonrío. Salgo a  la calle en busca de la cafetería más cercana a casa. Le pongo cara de pena a la chica que está cobrando, y como parece que no me entienda demasiado, me da dos  billetes de cinco dólares y me sonríe. Le pido que me dé monedas. En un momento de desesperación estoy a punto de coger tres naranjas y hacerles juegos malabares a los clientes de la cafetería para que me den una moneda, pero no es necesario, porque al final la chica me da dos s monedas de dos dólares y una moneda de 1 dólar. “Thank you very much”, le digo con mi mejor acento a la chica.

Mientras regreso a la lavandería, me llama una agente inmobiliaria diciéndome que si  estoy interesado en visitar mañana una casa, tendré que pasarme por allí a las 9:00am. Le digo que por supuesto que estaré allí. Tendré que madrugar,  pero quizás es la casa que estábamos esperando para vivir aquí, en este maravilloso país que es Australia, y no hay que desperdiciar ninguna oportunidad.

Todavía no ha terminado este día, pero ¿verdad que se pueden tomar las cosas por el lado positivo? : tenemos dos apartamentos, la ropa bien limpia, monedas en los bolsillos y mañana quizás veamos la casa de nuestra vida australiana. Qué más se puede pedir.

Son las 18:45 pm en la estación de trenes de Adelaide, las 9:15 am en la aburrida España.


lunes, 15 de noviembre de 2010

08/11/10 Larry dentro del autobús

Los conductores de autobuses en Adelaide tienen un trabajo sencillo. Salen desde el centro de la ciudad con el autobús que le ha tocado ese día, pongamos que el número 7, y saben que su parada final es Blair Athol; pues lo que tienen que hacer es coger la carretera A1, también llamada Main North (pintada de azul en el mapa) e irse parando cada 500 metros aproximadamente, con números correlativos que van de la Stop 1 ,cuanto más cerca estés del centro de la ciudad, y acabas tu trayecto en la parada 25 de Blair Athol. Se detienen en su destino final y vuelven a la ciudad por la misma carretera, sin tener que meterse dentro de ningún suburbio. Carreteras rectas y amplias en donde solo se tienen que preocupar de escuchar la señal de  próxima parada, esperar que salgan los pasajeros y vuelta a empezar. Que mañana les toca el autobús 222 y tienen que ir hasta Hawthorn, pues cogen Unley Rd (sur de la ciudad y línea roja en el mapa) y van parando cada medio kilómetro si es necesario. 


Hoy decido cambiar  la clase de los lunes que me cuesta 2$, por una clase gratuita en la State Library (o biblioteca del estado).  La manera de conocer el nombre de cada alumno es sencilla: doblas un trozo de cartulina por la mitad y pones tu nombre con buena letra y bien visible. El trozo de cartulina que me toca ya ha sido utilizado antes. Con lo cual, cuando yo dejo visible mi nombre al resto de los alumnos, a mi me queda el nombre de otro alumno que hoy no ha venido a clase. Para el resto de alumnos soy Sam, pero para mí,  hoy yo soy Larry.
“Hola, me llamo Larry y vengo de la parte francesa de Canadá. En Canadá era conductor de autobuses dentro del centro urbano de mi ciudad y he venido a Adelaide porque mi amigo Andy, que también es conductor de autobuses, se vino a trabajar aquí y me contó lo fácil que era conducir un autobús en esta ciudad”.
Estoy a punto de darle la vuelta a la cartulina y decirles eso a mis nuevos compañeros de clase, pero por desgracia hay alumnos que ya me conocen y quedaría feo inventarse una nueva personalidad a estas altura de la película. Ahora, si algún día empiezo en una nueva clase y no conozco a nadie; me inventaré un nombre, un país y una profesión diferente para ver qué se siente siendo autobusero canadiense de la parte francesa, jardinero polaco o bombero-torero portugués.

Me quedo imitando acentos diferentes para mis próximas nuevas clases,  que ya son las 14:00 pm aquí y tengo ganas de comer; allí son las 4:00 am y en cualquier ciudad con buenos autobuses urbanos, seguro que ahora todos están fuera de servicio.