El semáforo vuelve a estar en rojo. La eternidad debe ser el tiempo que pasa entre que el semáforo esta en rojo y vuelve a ponerse verde, para que puedas seguir tu camino. Quizás la velocidad de la luz sea el tiempo que tarda el semáforo verde en cambiar a rojo otra vez.
Dentro de la eternidad de un semáforo te puede dar tiempo de hacer muchas cosas. Miro por el retrovisor del coche. Llega un coche rojo a gran velocidad. Se para detrás de mí y espera. La conductora es una chica pelirroja muy guapa. La observo durante un rato desde el retrovisor de mi coche. Se retoca el pelo, se mira al espejo, una vez, otra. Se rasca la nariz cada vez con menos delicadeza. Se mete el dedo índice dentro del orificio derecho de su nariz con evidentes ganas de buscar su tesoro. Revuelve, busca, escarba. La chica pelirroja parece que ha encontrado su moco díscolo. Se que no debería estar mirando esto por mi retrovisor. La chica pelirroja saca un moco extra grande del orificio derecho de su nariz, lo mira atentamente, “no, no lo hagas, por dios”, voy pensando a la vez que la chica pelirroja acerca su dedo índice a la boca. Abre la boca justo en el momento en que su enorme moco roza la comisura de sus labios pintados de rojo intenso. Lo engulle. Se relame y se mira la punta de su dedo. Todavía parece que queda algo. Se vuelve a meter el dedo en la boca. “Por qué, no tenías que haber mirado”, me dice alguna parte escrupulosa de mi cuerpo; la que no le gusta los orejones de melocotón de los desayunos, seguramente.
La chica pelirroja se sigue relamiendo. Mis ojos se apartan del retrovisor y miro al semáforo de Main North Road. Sigue en rojo.
Main North Road es una de las carreteras principales que comunican Adelaide con los suburbios del Norte de South Australia. Su principal problema son los semáforos, el tráfico peligroso y las muchas distracciones que te puedes encontrar si conduces por allí.
A mi lado hay un coche europeo conducido por asiáticos. Yo soy un europeo que lleva un coche japonés. El primero que pise el acelerador tiene ventaja para llegar primero al carril que cruza Montague Road. Los asiáticos me desafían con la mirada. Escucho el runrún del motor europeo a través de los vidrios de mi Mazda 2. Yo también aprieto el acelerador un poco más fuerte de la cuenta. La pelirroja sigue buscando mocos, pero ha salido de su coche con un pañuelo blanco en la mano. Estamos a punto de empezar una carrera hasta el siguiente semáforo. La chica pelirroja se pone delante de los dos coches. El semáforo sigue rojo. Levanta su pañuelo blanco al cielo. Noto que mi tupé es más frondoso de lo habitual. Me siento como Travolta en “Pulp Fiction” sin Samuel L. Jackson a mi lado. Ya sé que lo del tupé era en “Grease”, pero el Travolta que mola es el que estaba en la película de Tarantino. “Aquí las hamburguesas del Burguer King las tienes que pedir en el Hungry Jacks”, le suelto a mi copiloto invisible para añadir información a las pequeñas diferencias gastronómicas de la comida basura.
Los asiáticos siguen acelerando sin dejar de mirarme. El pañuelo de la pelirroja baja en el mismo instante que el semáforo se pone verde. Arrancamos a toda velocidad y en menos de un minuto volvemos a encontrarnos con otro semáforo en rojo.
Main North Road abre la veda a los conductores suicidas. Hay cruces en los que es mejor cerrar los ojos, cruzar los dedos y esperar que el túnel negro dónde va a pasar tu vida en un minuto y medio no aparezca. Los asiáticos han ganado la carrera, porque yo ya tengo demasiadas multas en este estado como para jugarme perder dos puntos más en mi carnet de conducir.
Los bordes de Main North Road están plagados de tiendas de toda índole y concesionarios de coches. Los vendedores de coches tienen tres cometidos a lo largo de su día laboral: vender coches, inflar globos para ponerlos encima de los coches y desinflarlos al final de la jornada.
“Tío, hoy te toca a ti inflarlos y yo los recojo”, le dirá uno de los venderos a su compañero.
“Joder, llevo toda la semana colocando globos en el 4x4 ese y tengo la espalda molida”, le contestará el otro.
“El jefe lo dejó claro: uno infla y coloca; el otro desinfla y guarda”. La doctrina vendedora en los concesionarios australianos tiene esta filosofía.
También hay tiendas con nombres peculiares. Imaginaos que tenéis que ponerle un nombre original a una tienda de electrodomésticos. “Expert o Media Markt no están mal; eso de poner un nombre en inglés siempre queda bien”, pensaron los que le pusieron ese nombre. O los que son más familiares y le ponen el apellido del fundador: “Milar o Miró”, mucho más cercano. Pero vosotros queréis dar el golpe. Que la gente hable de vuestra tienda.
“Mira, qué te parece si le ponemos: Polla García”, le suelta el director de marketing al propietario de la futura cadena de electrodomésticos. ¿Funcionaría? Pues aquí hubo un tipo que un día tuvo la brillante idea de ponerle a su tienda el siguiente nombre: “Dick Smith”. Dick significa Polla, y Smith lo podríamos comparar con nuestro García. Pues eso, a innovar con los nombres de las tiendas. Polla García, Cojones González, Escroto Martínez o Chumino Rico (Rico, como apellido, quiero decir).
El semáforo en Main North Road sigue en rojo. Creo que voy a buscar alternativas para ir a la ciudad. Hay una carretera paralela que se llama Prospect Road, que le comentaron a Lorena que es mucho más rápida para ir a la ciudad, aunque no sé si será tan entretenida como Main North Road.
Hora: 11:32 am en el reloj de la tienda Big W de Main North Road. En la Gran Vía de Barcelona, el reloj del Zara marca las 2:02 de la madrugada. “Zara…y si le cambiamo el nombre y le ponemos…
Con lo mona que era Claire Fisher...
ResponderEliminarlore pero se puede urgar todo lo que quiera esta mujer...
ResponderEliminarLore haber si te suena esta voz
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=UOJWkHm1XHA
BRUTAL!!!
bro a mi me mola escroto martinez me recuerda a extremoduro.....por cierto como seria la traducion??
ResponderEliminarJajajaja.. El chumichurri rico mola!!!jajaja... es un apellido muy tipico... rico rico rico delicius!!! Como dice la mochila de Dora !!!jaja...muuaaaacccc
ResponderEliminarHola sam todos los apellidos son chulis pero para guapo guapo el tullo y de semaforos mejor ni ablar porque en cualquier sitio de aberlos ailos y la verdad que se ben cada cosa que mejor no decir nada un abrazo chaoo chaoo
ResponderEliminarSiempre me gustó ver a la gente, en los partidos de fútbol, me entretiene más que el partido. puedes ver como uno come un bocata, otro grita al árbitro, otro canta, otro se come el cigarro.
ResponderEliminarmami