Marta ha cumplido 26 años por segunda vez. El año pasado cumplió 27 y el que viene cumplirá 25. Cuando llegue a los 20, volverá a sumar años, pero eso sólo será hasta los 30. Entonces, en realidad tendrá 49 años.
Marta es polaca y ha cocinado 5 pasteles diferentes para celebrar su cumpleaños. Le gusta rociar su plato de comida con demasiada sal, bebe Red Bull a todas horas y siempre tiene una cosa que darte si vas a su casa. Es rubia, doctora en química y se ha hecho muy buena amiga de Lorena.
El mes pasado fue su cumpleaños, pero no ha sido hasta este fin de semana cuando lo ha celebrado. Ha invitado a más de 30 personas a cenar a su casa y me he convertido en el reportero del evento. La crónica rosa ya quedó servida ayer. Hoy pondré un toque de sociedad en el suburbio de Mawson Lakes que intentará estar a la altura del reportaje de cualquier casa de un famoso en el Hola.
Llegamos al apartamento número 4 de Metro Parade con 15 minutos de retraso. La mayoría de invitados ya ha llegado a la casa. El comedor y la cocina están en el mismo espacio, que hoy parece más grande que nunca. Marta nos recibe con un abrazo a los dos. La mayoría de la gente que está invitada a la fiesta pertenece al Instituto Ian Wark. Incluso está el gran jefe de todo. La gente se reparte entre las pocas sillas que hay en el comedor y el balcón. La mayoría está de pie, sosteniendo una copa de vino tinto en la mano y nos sonríe cuando nos acercamos a ellos.
La mezcla de olores se convierte en un desafío para mí. Tengo que adivinar cuántos tipos de salsa hay que lleven cebolla y cuántos se han cocinado sin ajo. En el primer intento de acercarme hasta la fuente dónde está el cordero con una típica salsa polaca, el gran jefe del Instituto se acerca a saludarme.
“Hola, tú eres el marido de Lorena, verdad”, me dice John. Con el tiempo justo para emitir un ajá que quería ser un “sí, encantado de conocerle señor jefazo”, el gran jefe me sigue hablando.
“He visto tu Curriculum. La situación ahora mismo es un poco complicada para contratar a nadie. Tienes que tomártelo con paciencia y pronto encontrarás tu sitio. Además, tienes a una mujer inteligente y no te va a hacer falta pensar en trabajar”. Nunca nadie me había dicho de una manera tan sutil y educada que no le interesaba en su empresa.
Olvido el juego de los olores para intentar mezclarme con la gente. Me acerco a un tipo que parece interesante y me presento con un fuerte apretón de manos. Hago el esfuerzo de que el tipo me entienda, contándole la misma historia que he ido contando desde que estoy aquí. “Estoy estudiando inglés gratis por la ciudad, estoy buscando trabajo, la ciudad es muy bonita, patatín, patatán…”, el tipo que parece interesante me contesta a cada frase que digo con esfuerzo con un simple “Oh, good”. No interacciona más. El tipo que parecía interesante ha perdido su adjetivo positivo y se ha convertido en el tipo aburrido de la fiesta. Le digo que si un caso ya nos vamos viendo a lo largo de la velada, que para escucharme hablar a mí solo, ya lo puedo hacer con el guionista de mi vida, con la parte izquierda de mi cerebro (acordaros que la derecha sólo piensa en Lorena), o con el ángel de mi hombro derecho o el demonio de mi hombro izquierdo.
Sigo mezclándome entre la gente de la fiesta. Marta no deja de sacar platos llenos de comida: pollo, cordero, cerdo, ensalada de pasta, de patatas, quesos de todo el mundo. Y siguen llegando más invitados. Un trío de chinos muy simpáticos se queda a mi lado. Uno de ellos es el que nos encontramos en la cena de Navidad. Me acuerdo perfectamente de él porque nos dijo que había estado unas vacaciones por Vigo.
“Ah, me acuerdo de ti. Tú estuviste en Vigo”, le digo nada más verlo.
Para el resto de mis días aquí en Australia, éste será el chino que estuvo una vez en Vigo. Tiene mi edad y ya es Profesor Completo de la Universidad.
“¿Qué demonios has hecho con tu vida?”, me pregunta la parte izquierda de mi cerebro. La parte derecha está siempre enfocando a Lorena, que ahora juega con la hija de Luke. Un padre cachas que dos copas de vino más tarde se pondrá a hacer flexiones con su hija encima.
Hay parejas que pasan tan desapercibidas que nadie sabe cómo llegaron aquí. Solteras que sólo saben hablar de trabajo, niños que juegan con videojuegos en una esquina sin abrir la boca. La mía se empieza a abrir con un trozo de pollo, dos cucharadas de ensalada de pasta y un poco de cerdo a la barbacoa. El tipo aburrido salió en algún momento al balcón a fumar y no le volveré a ver el pelo hasta que me salude al final de la velada diciéndome:
“Oh, nice to meet you”, me dirá, le daré la mano y olvidaré su nombre hasta que otra fiesta del trabajo nos encuentre.
Celine también está en la fiesta. Se la puede reconocer porque no ha vuelto a poner los pies en el suelo desde anoche. Regis hizo un buen trabajo y la sonrisa de la francesa es perpetua. Marta no deja de beber vino, echarle sal a cada trozo de carne que come y darle manotazos en el culo a Lorena. Esta feliz de haberla encontrado. La mayoría de sus amigos hasta ahora eran chicos y necesitaba la complicidad con alguna chica. Lorena se ha convertido en la mejor amiga de muchas de las chicas que trabajan en el Instituto. Melanie, Muireen, Marta o Celine están encantadas de compartir sus penas y alegrías con mi gallega universal.
Es la hora de los 5 pasteles sin velas. Los regalos se van deshaciendo de los papeles que los envuelven y la gente se va marchando poco a poco.
Todavía me da tiempo de hablar con un chico australiano que ya coincidió con nosotros en otra cena en casa de Marta. Se llama Brad y ha estado al cuidado de que la carne encima de la barbacoa esté el tiempo exacto. Tiene dos hijos guapísimos y una mujer que se parece en un 87% a mi prima Elisabeth. Intento entenderle con mucho esfuerzo y consigo hablar un poco de Fútbol Australiano. La AFL (la liga australiana) empieza en un par de semanas y hemos estado hablando de ir un día a ver un partido juntos.
“Mi equipo es el Adelaide Crows; si quieres me das tu número de teléfono, te llamo y vamos a ver el primer partido que jueguen en casa”, esta frase tan larga me ha supuesto decirle: cuatro veces “Sorry”, tres veces “What?” y un par de “Can you repeat, please?”. Pero al final tiene mi número de teléfono y espero poder ir a ver algún partido con él. No sé cómo lo haré para entenderlo por teléfono, pero si no lo pillo, siempre quedan los SMS que son más fáciles de entender.
La fiesta de cumpleaños de Marta se va acabando. Los invitados se van marchando con un plato de carne o con trozos de alguno de los pasteles. Ha sobrado tanta comida que Marta la ha repartido entre todos. A nosotros Marta nos da mucha más carne que a los demás.
“¿Por qué, Marta?, le pregunta Lorena.
“Porque vosotros sois especiales. Y no vale discutir conmigo”. Es la fiesta de su cumpleaños y contra eso no se puede discutir.
Somos la última pareja que queda en la casa. Además de Marta quedan tres solteros que están deseando que nos larguemos ya de allí. Está claro que alguno de los tres no va a dormir esta noche en su casa. El verano australiano está haciendo estragos en las hormonas de los investigadores del centro Ian Wark. Quedan los siguientes aspirantes al trono de rey de la noche:
El guapo aburrido y soso; el bajito simpático y calvo; y el jorobado de Notre Dame. A priori quien lo tiene más fácil es el guapo. Pero el jorobado de Notre Dame le ha regalado un disco de Pink Floyd a Marta y contra eso no se puede luchar.
Me encantaría quedarme a ver la lucha de los tres pavos reales solteros para conquistar a Marta. Cada uno mostrando sus colas floreadas, cacareando alrededor de la hembra para ser el elegido.
Lorena no me deja quedarme detrás de la puerta escuchando la lucha. “No seas malo”, me dice. “Es por el bien de nuestros lectores, ahora estarán deseando saber con quién se quedó al final Marta”, le digo con la bandeja de carne en la mano.
“Anda, pasapacasa que ya les hemos fastidiado bastante quedándonos hasta tan tarde”, me dice con mucha razón.
El reloj de nuestro Mazda 2 marcaba las 0:30 cuando lo encendí para regresar a casa. El guapo aburrido seguro que confía en su belleza; el bajito simpático ya lleva muchos años luchando contra su genética y el jorobado de Notre Dame, apela a la lucha épica de sus inteligentes neuronas para terminar la noche escuchando el disco de Pink Floyd hasta la madrugada. Deben ser las tres de la tarde en España, en la televisión seguro que hay algún chafardeo en “Corazón, corazón” para saber los líos de falda de los famosos. Para saber los líos de falda de esta parte del mundo ya me tenéis a mí.
bro esta hecho el reportero mas dicharechero de australia....queremos saber con quien termino marta....
ResponderEliminaryo voto por el del disco de pink floyd....
ResponderEliminarLa despedida del cumple,¿con quien la pasará?.
ResponderEliminarIncognita. mami