El primer día que pasamos frio en la cama, las sábanas eran del tamaño de un sello de cincuenta céntimos con la cara del Rey encima. La eterna lucha de compartir unas sábanas, se convierte en una batalla con los ojos cerrados, donde el vencedor nunca soy yo. El sello en forma de sábana en la que se ha convertido esta primera noche de frío me ha vuelto a llevar al Rey. Antes, he pensado, si el tamaño de nuestra cama era lo adecuado para los dos.
“¿Cómo lo hago?”, me pregunto.
Lorena se mete en la ducha, así que tengo tiempo para pensar en cómo averiguar si el tamaño de una cama es el adecuado para cada persona. Me estiro boca abajo, intentando que mi cadera esté en la parte central de la cama. Estiro los brazos y las piernas hasta cada una de las esquinas de la cama. Si llego con soltura a cada esquina, la cama es pequeña. Si me estiro completamente y todavía me falta mucho para llegar a las esquinas, es que la cama es grande. Lo cual no está nada mal. En nuestra cama necesito dejarme crecer las uñas de los pies un par de centímetros más para que lleguen a las esquinas inferiores. Las uñas de las manos me las sigo mordiendo a escondidas de Lorena, aunque siempre me pilla, con lo cual, nunca llegaré a tocar las esquinas superiores. Prueba superada. ”Este es el tamaño adecuado para una cama”, voy pensando mientras me estiro tanto, que al final me quedo dormido.
Lorena me despierta con un latigazo de su pelo mojado en mi espalda.
“Nena, qué…, ah que hay que irse a trabajar. Casi lo olvidaba”
Tener la nevera llena de bolsas con lo que tienes que comer cada día me ha quitado trabajo como camarero Sam. Se acabaron los sándwiches con formas de países, por lo menos hasta que acaben las 6 semanas de estudio.
Hay desayunos como éstos:
Pipas de calabaza con uvas pasas, ciruelas desecadas, orejones de albaricoque, dátiles, una manzana, dos trozos de galletas de chocolate, una tostada de pan integral con Vegemite…
Inciso: El Vegemite: Es la salsa australiana por antonomasia. Sería como la crema de cacahuete para los norteamericanos, o la Nocilla con galletas de chocolate Príncipe para mí. Lo más. Y es de las cosas más asquerosas que he probado nunca.
Antes de que Lorena me despertarse con el latigazo de su pelo, me acordé del Rey. Quizás tuve un sueño con él. Estar a tres pasos de la monarquía hace que puedas codearte con ellos.
Flashforward o el Sueño con el Rey:
El Rey se sienta en su despacho y teclea en su portátil: “Ke ora es en Australia”.
“Me parece que se ponía así”, se va diciendo mientras espera que Google le abra las primeras opciones. Se topa con mi página y se mete dentro de mi blog.
“Vaya, un tipo español viviendo en Australia. No sabía yo que la gente se fuese a vivir tan lejos”, piensa mientras le lanza una galleta de chocolate a uno de sus nietos para que la coja al vuelo. “Venga, igual que hacía tu madre”.
El Rey sigue paseando por mi blog y le empieza a apetecer hacer una visita de incógnito a las Antípodas.
“Coño, éste tipo me cae muy bien. ¡Sofía, haz las maletas que nos vamos pa Australia!”, le grita a la Reina. “Le vamos a dar una sorpresa a éste muchachote simpático y a su mujer (que no está nada mal, por cierto)”, piensa el Rey mientras le acaricia el pelo a una de sus nietos. “Bien hecho, chico, bien hecho”.
El Rey quiere pasar desapercibido. Vuela en Quantas en clase turista, se pone un bigote postizo con las gafas de pasta negra y nariz aguileña incorporada, una peluca rizada y se viste de hippie de los años 70. Se trae el mínimo séquito de seguridad, que acampan en el jardín de casa en menos de cinco minutos. En los sueños se trata de ir a los momentos clave de la historia sin necesidad de pasar por aburridos introducciones innecesarias.
Lo que de verdad ha venido a hacer el rey es a buscar a alguien que le escriba los discursos de Nochebuena
“Mira chavalote, estoy harto del “para mí es un motivo de orgullo y satisfacción”. El que me escribe los discursos empieza a tener una edad y necesito algo nuevo. Modernizarme con los tiempos. Sabes que en la Zarzuela vamos a 20 megas de velocidad”, me suelta el Rey sin venir a cuento.
“Me alegro, majestad. Si es que usted es muy campechano”, le digo educadamente, también sin venir a cuento.
“Vamos, hombre, lo de ser campechano…joder, otra vez con lo mismo. Y quiero dejar de usar las mismas muletillas. Lo de campechano ya esta viejuno”, el Rey se mosquea.
“Pero ser campechano está bien. Además, para ese tipo de cosas, sería mejor contratar a un nuevo asesor de imagen”, me empiezo a sentir a gusto hablando con el Rey. “Mira, ves, utilizar “viejuno” queda modernete”, le animo. Bien por el nuevo vocabulario del Rey.
“Bueno, entonces qué te parecería ser el nuevo escritor de discursos del Rey en Nochebuena…”
Zas. Lorena me despierta con un latigazo de su pelo mojado en mi espalda.
“Nena, qué…, ah que hay que irse a trabajar. Casi lo olvidaba”.
Uno siempre se despierta en el mejor momento del sueño.
Después del desayuno y de llevar a Lorena al trabajo, regreso a la habitación a hacer la cama. Antes de estirar bien las sábanas me vuelvo a estirar encima un momento para ver si me vuelvo a quedar dormido. “Duérmete y vuelve a soñar con el Rey, para ver el final”, me voy repitiendo.
La parte derecha de mi cerebro toma el control de la situación. Me quedo dormido.
Primer plano de una playa paradisiaca. Lorena sale del mar con el pelo mojado. Biquini negro. Esta preciosa.
Lo que queda de sueño me lo quedo sólo para mí.
Aun te quejas de la pedazo de cama bro....es enorme!!!
ResponderEliminarEl rey parece un teleñeco que la virgen maria esta hacinedo funcionar....
ResponderEliminarhola samuel por fin puedo escribir mi primer comentario y solo pondre felicidades por lo chuli
ResponderEliminarque lo haces y que conste que no es amor de padre
un saludo para los dos