Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

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domingo, 6 de marzo de 2011

27/02/11 Fringe Festival 2011 o hay que liar a los franceses como sea (Segunda Parte)

Adelaide se viste de vodevil y cabaret este fin de semana. Empieza el festival Fringe 2011, vamos a comernos una hamburguesa por 10 dólares que sabe a rayos dentro de dos horas  y a intentar que los franceses se líen después del fracaso alcohólico de ayer.
El Fringe Festival está situado en el parque botánico de la ciudad. Un espacio enorme en la parte Este de la ciudad que durante un mes, se va a llenar de carruajes, circos ambulantes que se quedarán quietos, comedias disparatadas, bailes para niños, agujetas para viejos, teatro independiente, marionetas con forma de pene, penes que imitan marionetas que imitan a penes, Sugus azules en la hierba, norias de colores que giran sin parar... Un sinfín de atracciones para que la gente de la ciudad no se aburra.
El plan es aparentemente sencillo.
Lorena ha quedado con Kelly en la puerta del Fringe Festival. Kelly es una chica australiana que trabajó con Lorena en Suiza hace unos años, se ha casado hace un par de meses y trabaja en Adelaide. Nos la encontramos el pasado fin de semana en el Triatlón de West Lakes y nos vamos a tomar una cerveza con ella. Eso y a esperar que los franceses lleguen, emborracharlos y que se líen de una vez.

La cola de entrada al recinto a las 19:00 no es muy larga. Una docena de personas delante nuestra, revisión rápida de la mochila y ya estamos dentro del mundo Fringe. La gente pasea sin prisas entre los pequeños escenarios que se esconden dentro de las caravanas pintadas con evocación a los años 70. Chicas disfrazadas de contorsionistas reparten flyers con los espectáculos que promocionan, travestis con músculos hasta en las cejas te miran buscando la provocación, puestos con comidas grasientas deberán esperar hasta que nos tomemos nuestra primera copa.

Un bar en forma de autobús de dos pisos es el candidato ideal para la primera parada de la noche. Pedimos un combinado de vodka dulce por 25 dólares, que nos da para tomarnos dos vasos cada uno. El camarero está vestido de enfermero y nos regala una jeringa de sirope de fresa de un rojo intenso que intenta imitar la sangre humana, al que sólo yo me atrevo a probar.
“Awesome”, le digo al enfermero después de tragar la sangre disfrazada de sirope de fresa.
Subimos al segundo piso del autobús para disfrutar de las vistas y para que el vodka deje a mis frases en inglés en un buen lugar. Las vistas desde la segunda planta te regalan otro atardecer increíble. Los adolescentes se besan en la hierba y los espectáculos al aire libre empiezan a estar cada vez más cerca.
El móvil de Lorena no deja de sonar. Celine todavía no está del todo lista. Regis está pensando qué camiseta le sentará mejor con sus vaqueros caídos.
Nosotros los esperamos dentro del recinto buscando cualquier cosa para cenar. Kelly ha quedado también con una amiga suya. La cola para entrar a las 20:00 ya empieza a ser demasiado larga.

Elegir un puesto de comida se convierte en una transición hasta el inicio del espectáculo que vamos a ver. Estamos decidiendo entre un dúo que recorre el mundo dentro de un barco perdido en medio del mar, un payaso italiano que sólo lleva un delantal rojo encima o un humorista australiano que hablará de la decadencia del macho en nuestra sociedad. Celine ya está en la cola de entrada. Todavía le queda más de una hora de espera según sus cálculos. Yo me voy al puesto de hamburguesas, Lorena y Kelly se quedan en la furgoneta que hace crepes franceses y la amiga de Kelly se atreve con Nachos con chili. El humorista Asher Treleaven gana la partida porque al resto de contrincantes les ha dado miedo escénico. Tenemos las entradas para ver su espectáculo que empieza a las 22:00.  Celine consigue entrar cinco minutos antes de que levante el telón. Regis ya ha decidido que camiseta va a ponerse, va a coger el autobús hasta la ciudad y va a quedar con nosotros cuando la función del cómico australiano termine.

Un montón de grillos revoloteando dentro del escenario acompaña la hora exacta que dura la  representación. El humorista australiano ha contado la forma en que las mujeres llegan al orgasmo, la mejor manera de masturbarse delante de un espejo sin que tu cara parezca la de un idiota o cómo describe una escritora de novelas románticas una escena de elevado contenido sexual sin llamar a los protagonistas por su verdadero nombre. Yo me he enterado de menos del 40% de las gracias del tipo, pero mi primera experiencia teatral australiana ha valido la pena.

Celine lleva su mejor vestido negro. Regis ya está en la cola de entrada con su mejor camiseta. La noche no es tan suave como dice la canción, pero ya no queda tiempo para irse a otro sitio. Kelly y su amiga se marchan a casa. La mejor opción ahora es estirarse en la hierba, pedirse una cerveza Coopers y mirar la noria desde el suelo. Regis se pide un whisky doble. Celine lo imita y pide lo mismo. Es el momento de que Lorena no deje el círculo en silencio. Cualquier tema es válido si arrancas una sonrisa. Lorena cada día es capaz de sacarte una docena de momentos divertidos. La noria no deja de dar vueltas a nuestro alrededor.  Todo está yendo cómo esperábamos, hasta que al guionista invitado de la noche se le ocurre poner en acción a un actor no esperado.

Tom, el novio de Melanie, aparece en escena. Según sus palabras, no debería estar allí. Tendría que estar en casa ayudando a que su hijo Luca duerma las 10 horas que es capaz de dormir sin que nada lo despierte. No parece un trabajo difícil. Te metes en la cama, cierras los ojos y  te duermes hasta que a tu hijo le dé por llorar y te despierte. Pero Tom se ha pasado por el Fringe Festival esta noche, dejando a Luca y a su madre dormidos toda la noche.
Lorena cree que ésta no es una buena aparición para que el plan termine bien. Tom trae cigarros, más cervezas, a Andy, el chico que se subía a los árboles, y un poco de mala conciencia como padre. No tarda mucho en pedirnos si le podemos llevar a casa. Le decimos que por supuesto, y llega el momento de saber si el plan va a funcionar o no.
Celine ha llenado su vestido negro de briznas de hierba. Regis se ha bebido el whisky doble en dos tragos. El coche tiene espacio para tres personas en los asientos de atrás.
“¿Quién se viene con nosotros?”, pregunta Lorena.
Tom y Andy son fijos. Si a Regis se le ocurre decir que viene con nosotros, porque vive en la misma casa que Tom, las briznas de hierba van a saltar del vestido de Celine a sus ojos para llenarlos de lágrimas.
“Yo me quedo un rato más”, suelta Regis con firmeza.


Sábado por la mañana, 8:30 am.
SMS al móvil Lorena: “Well Done, Regis no ha dormido ésta noche en casa”.
El plan ideado por Lorena ha funcionado. Los franceses,  por fin se han liado.

Según Hemingway, París era una fiesta que no paraba nunca. En homenaje a nuestros amigos franceses, en el reloj de Notre Dame ahora mismo marca las 15:23 de un domingo por la tarde. Enfrente de mí Lorena escribe parte de su tesis con cara de concentración absoluta a las 0:53, cuando ya estamos en otro día, cuando ya es lunes de madrugada. Misión cumplida.

1 comentario:

  1. BRAVO MR KING!!!!!QUE BIEN HACES DE CUPIDO LORE,ERES UNA CRACK...

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