La Asociación de Amigos de Facebook en Australia (AAFA) me ha mandado las bases de un extraño concurso en el que voy a participar. “Dime lo que comes y te ganas un amigo”. El título del concurso coincide con mi hora de la merienda. Abro el mail que llega a mi cuenta australiana (dedicada sólo a éste tipo de eventos: sam.corcobado@crazyaustralia.com.au) y lo leo con un agujero en el estómago.
“Si crees que eres el más original en tus meriendas, si eres capaz de comerte cualquier cosa con tal de tener un amigo más en tu lista de Facebook: éste es tu concurso. Envíanos tu merienda más original, la más extraña que seas capaz de comerte y te damos la posibilidad de elegir el amigo famoso de Facebook que tú desees. Firmado: Mark Rothenmeier, creador y fundador de Facebook”
Las bases del concurso son fáciles y mi estómago está pidiendo a gritos comer algo después de la sesión de bicicleta de hoy. “No tengo nada que perder”, me digo. Abro el armario de delicatesen de la cocina y empiezo a pensar qué le voy a poner a esa merienda. Es el último día para presentar mi candidatura. La verdad es que mi cuenta de correo australiana no la miro tan a menudo como debería. Tengo cinco minutos para prepararme la merienda, enviarles una fotografía a la página web junto con la receta de mi merienda y comermela. Empieza el festival.
Yo concurso con un vaso de zumo tropical que por la etiqueta debe contener: piña, coco, mango y maracuyá; dentro de ese vaso le voy a ir metiendo en orden aleatorio los siguientes ingredientes: una frigolosína o polín de color violeta, una galleta del Ikea que dejé guardada en el fondo del armario (por si acaso), dos cucharadas de Nutella, un chorrito de miel, cacao en polvo, coco rallado, un gajo de naranja, dos trozos de manzana Golden, una gelatina de piña ácida y unas gotitas de vino dulce de Oporto. Lo mezclo todo bien y me lo como con tanto gusto que casi se me olvida lo del concurso.
Enviar archivo adjunto. Clico. Espero…Email enviado. Estoy dentro del tiempo estipulado por sólo dos segundos. El riesgo es tan excitante.
Diez minutos después, mientras mi estómago está saltando de alegría, recibo un correo de (AAFA).
“Enhorabuena…Tío si eres capaz de comerte eso, eres nuestro hombre. Has ganado, pronto se pondrán en contacto contigo para hacerte entrega de tu premio”.
“Bueno…, primer concurso que gano desde que estoy en Australia”, cierro los puños y salto gritando gol. El exceso de azúcar tiene sus riesgos y mezclo momentos de alegría que no vienen a cuento.
El fundador de Facebook se pone directamente en contacto conmigo media hora después. Mark Rothenmeier (o algo así) me llama por teléfono para darme la enhorabuena y para que le diga de qué famoso quiero ser amigo.
“Pues no me ha dado mucho tiempo en pensármelo…oye, se lo puedo dedicar a la familia, como si estuviera en los Oscar”, le pregunto. La emoción me embarga y el zumo se repite en mi boca.
“Tío, esto lo estamos escuchando sólo tú y yo. Es un premio a nivel australiano…”, Rothenmeier parece que está muy ocupado. “Ponle un Like a esa de allí”, suena en la voz del jefazo de Facebook.
“Pues elijo a Bruce Springsteen”, le suelto de repente. Es el primer famoso que me viene a la cabeza que realmente me apetece conocer.
“Tío, lo siento, pero Bruce no tiene Facebook”, me suelta a los pocos segundos el señor Facebook.
“Pero si yo he visto su página”, le miento.
“Pues no. No tiene. Tendrás que elegir a otro”, noto como el jefazo tapa el auricular y le comenta a algún colaborador que felicite el cumpleaños de un nombre que no reconozco.
El guionista de mi vida reacciona rápido y tiene una buena idea: “Oye, elígelo a él. Es el jefazo de Facebook y tiene que ser amigo de todo Facebook”. Mi guionista tiene razón.
“Pues te elijo a ti, Mark Rothenmeier”, le digo sin titubear. Al otro lado del teléfono no se oye nada.
“¿A mí?”, dice sorprendido.
“Tío, tu eres famoso, además, siendo tu amigo puedo ver las cuentas de Facebook de todo el mundo. Sería amigo de todo Facebook”, mi plan es perfecto y esta en marcha.
“En fin, creo que tienes razón…” Rothenmeier no puede negarse. “Está bien. Desde ahora mismo ya eres mi amigo en Facebook”.
“Por cierto, ¿eres familia de la profesora de Heidi?”, le pregunto antes de que me cuelgue.
“Si, era mi bisabuela; mi familia se crió en las montañas de Suiza y yo…(ponle un puto Likes a esa entrada, coño)…perdona, es que estoy muy liado…qué te estaba contando”, el pobre Rothenmeier parece que no da abasto.
“Nada, era simple curiosidad”, le digo antes de desearle que tenga un buen día.
“Enhorabuena por tu merienda. ¿De verdad te comes todo eso a la vez?”, el jefazo de Facebook alucina.
“Sí amigo, eso y mucho más”. Le cuelgo y empiezo a tener curiosidad por ver a algunos de mis nuevos amigos.
Ser amigo de Rothenmeier me da a acceso a los más de 300 millones de usuarios que tiene Facebook.
“¿Quién voy a visitar primero?”, me pregunto delante del ordenador.
Marujeo puro y duro.
“Angelina Jolie”. Fotos aburridas de Angie con sus hijos; en el parque, en el zoo, en la barbacoa en casa de Jennifer Aniston. “Vaya, no sabía qué eran amigas”. Le pongo unos Likes a alguna de sus fotos para quedar bien, y sigo.
Ahora a por otro tipo de gente: Berlusconi. No sé por qué me viene a la cabeza el presidente italiano. Su Facebook está repleto de fotos de adolescentes ligeras de ropa que miran a la cámara con cara de 500 o 1500 euros la hora. Berlusconi lleva pelucas rizadas y sonríe en un tono que no me gusta: “Dislike”. Hoy es el cumpleaños de 254.368 de mis nuevos amigos. Me empiezo a agobiar. “Si tengo que felicitarlos a todos, me voy a pasar el día metido en Facebook poniendo “Muchas Felicidades en tú día, y paridas así”, mientras lo estoy pensando, voy a por otro famoso.
Gadaffi. Hace meses que no actualiza su página de entrada. Le pongo en su muro un comentario que deja claras mis ideas: “Pasapacasa y deja a tu pueblo en paz”. Like. Dislike. Feliz Cumpleaños. Esto es un sin vivir.
Bin Laden sólo tiene fotos de cuevas en medio de Afganistán en su página de Facebook. “¿La CIA tiene acceso a la página personal de Bin Laden?”, me pregunto mientras felicito a otro de mis nuevos amigos, le pongo 3 Likes a las fotos de Piqué y Shakira besándose en la playa y me hago Fan de “los huevos fritos con patatas”.
Me empiezo a volver loco con tantas cosas que tengo que hacer si quiero mantener una buena relación Facebook con mis nuevos amigos. “Ahora entiendo lo ajetreado que está el biznieto de la profesora Rothenmeier”, voy pensando a la vez que me cambio la foto de mi perfil por una bandera de Sri Lanka (soy solidario porque en el barrio de mi nuevo amigo Arahat Mahinda Thera, está muy preocupado con la subida de los precios del pescado en la tienda de la esquina); le pongo doce Likes a las fotos de Boda de una japonés de Kioto, un “Cumpleaños feliz” a 38 amigos más y veo los Youtubes de un gato que se esconde dentro de un vaso de chupito, el último gol de Cristiano Ronaldo, escucho la canción “Sancho –Quijote”, leo un artículo del Times de Indonesia muy interesante sobre castración a ratones de laboratorio y me hago fan de las meriendas de toda la vida.
“¡Basta ya!”, el grito que he escuchado dentro de mi cabeza lo ha lanzado la neurona que estaba enganchada al Facebook. “Ya no quiero ser amigo de todo el mundo para tener que pasarme el día felicitando cumpleaños, poniendo “Likes” como un gilipollas o guardándome “Dislikes” que más de uno se merecería. Se acabó, o dejas de ser amigo del Rothenmeier o me suicido”, la neurona está agotada.
Cojo mi iPhone y busco el número del jefazo de Facebook.
“Oye, tío, que creo que el premio era demasiado para mí. No quiero ser tu amigo en Facebook”, le digo de entrada.
“Ahora me entiendes. Me paso el maldito día felicitando cumpleaños, poniendo pulgares hacia arriba, mirando fotos de gente que no me interesa…es un puto suplicio. A veces pienso que ojalá hubiese inventado otra cosa menos agobiante. No sé, el Google, el Youtube o algo así más tranquilo…”, el pobre Mark está agotado. “Si, a esa foto le pones un Like”.
“Pero tienes gente que trabaja sólo para poner Likes y Dislikes”, le pregunto.
“Si. Yo sólo no podía. Tengo a más de 200 personas poniéndolos. Pero claro, yo les tengo que controlar y que no se les vaya la olla. Tengo que mantener a mis amigos de Facebook lo más contentos posible”.
“Pues yo dejo de ser tu amigo ahora mismo. Ha sido sólo media hora, pero no aguanto más. Lo siento, tío. Nos vemos en otro momento”.
“Ok. Dislike que dejes de ser mi colega... Feliz cumpleaños, para cuando sea…bueno, que sigo con lo mío. See you, man”.
“C U”.
Mi cabeza y mis dedos han dejado de pensar en fotos, pulgares, felicitaciones y comentarios. Sólo me queda decir la hora en un par de sitios de los que nunca había hablado y termino el post de hoy: Son las 9:15 en Colombo (Sri Lanka), las 22:45 de la noche de ayer en Winnipeg (Canadá). Por si alguno de mis antiguos amigos tiene algo que celebrar. ¿Likes?
P.D. Post dedicado a mi hermana Monny que está enganchada al Facebook, que el día que lo escribí era su cumpleaños. ¡Felicidades!
P.D. Post dedicado a mi hermana Monny que está enganchada al Facebook, que el día que lo escribí era su cumpleaños. ¡Felicidades!
Ves solo por eso yo no tengo facebook!!!!
ResponderEliminarLore muchas gracias por el link de ayer,es una caña porque puedes escuchar todas las canciones....eres una crack!!!!
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=bzpBRIM1KpI
ResponderEliminarno va con mal rollo pero esta a huevo....
HOLA SAM yo lo tenia facil al pensar en el amigo que ibas a elejir aunque tengas muchos y muy buenos creo que ese es uno de los mejores pero con el cambio ganaras muchos mas aunque sea un coñazo felicitar a todos pero para felicitar mucho mejor ati que eres un autentico CRAK y no es amor de padre UN ABRAZO PARA LOS DOS CHAOOO
ResponderEliminarQue mejor regalo de cumpleañosque tu hermano te dedice un dia de su blog!! :D y como no con que mejor argumento que con el Face!!!jejeje.. soy adicta!!jjaja..un besazooo enorme a los dos muuuuaaaccccc
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