Si puedes confiar en alguien sabiendo que no te va a fallar, es en tu familia. La mía fue entera a ver la entrega de premios al Mejor Blog Internacional de Revista de Letras. Dejaron todo lo que tenian que hacer y se presentaron en pleno en la Librería Bertrand de Barcelona, para ver si yo era el elegido. Mi familia es un 10 y me dicen que soy el auténtico ganador, aunque el trofeo y el netbook se lo lleve otro.
Mi familia aquí es Lorena y también es un 10. Si yo no he ganado ese premio, ella si que se ha ganado hoy uno de verdad: A la mejor Triatleta del Tinman Triathlon de West Lakes. Os cuento cómo fueron esas horas. Las que pasaron entre que me enteré que no había ganado el premio y cómo Lorena terminó su primer Triatlón.
5:30 am Mawson Lakes / 20:00 pm Barcelona.
Mi iPhone no tiene ningún mensaje de la familia. “Me parece que no he ganado”, pienso con un bostezo de los ojos. En 45 minutos tiene que sonar la alarma en el móvil de Lorena para que nos levantemos y desayunemos: bacon, huevos, tomate, parmesano, un café con leche y un yogur griego con miel. Desayuno completo sólo apto para campeones. Pero todavía sigo con el bostezo en los ojos buscando la información del Premio. La inmediatez de Internet te permite ver al instante qué pasa en la otra punta del mundo. En la página de la entrega de premios sale una foto con los 4 ganadores. Entre ellos no distingo ni a mis hermanos, ni a mis padres, ni siquiera a Vania, que hubiese sido una buena elección para recoger el premio. “Pues va a ser que no”, el premio al Mejor Blog es para otro. Pequeña decepción que coincide con el sonido de la alarma del móvil. Las malas noticias nunca vienen solas.
“Hay que levantarse y no he ganado”, le digo a Lorena, que también se queda un poco de bajón.
“Bueno, llegar hasta ahí ya está muy bien”, me dice para consolarme. El consuelo de los finalistas es así. Es como la cara que ponen los que no ganan el Oscar al mejor actor secundario: “Sonríe, que te están enfocando la puta cara y te van a ver millones de personas, que parezca que no te importa haber quedado finalista”, es lo que deben pensar los actores secundarios que no ganan el premio. Yo ya estoy pensando en lo importante del día. Que Lorena termine siendo una “mujer de Hojalata” y finalice su triatlón.
Después del desayuno dominical nos queda llegar al sitio, dejar las bicis en su sitio y esperar que llegue el momento de meterse en el agua. Nuestro pequeño Mazda 2 es capaz de cargar con las dos bicicletas, los cascos de la bici, las gafas de nadar, los trajes…con todo lo necesario para el triatlón, pero es incapaz de cerrar completamente el maletero. Le ponemos una de esas cuerdas extensibles para que no vayamos con el maletero abierto y llegamos a West Lakes con tiempo de sobra. Hace frío y nos metemos en el coche hasta que lleguen las 9:00 am. En Barcelona todavía es una hora decente, así que el iPhone va a ser el vehículo perfecto para llevarnos hasta allí para ver a la familia. Están en el sofá de casa dándonos ánimos por lo que nos espera y por lo que no fue. Nada mejor que pasar el tiempo hablando con la familia mientras paseamos por el recinto dónde vamos a competir. El lago, las bicicletas, la línea de llegada y los australianos que nos miran con cara de alucinados mientras vamos hablando en español con un teléfono en la mano. Muchos ánimos y una frase que se me queda en la cabeza: “Ya podemos decir que hemos visto el cielo de Australia”. Antes de que el sueño les venza a todos, nos despedimos con una sonrisa de ánimos. Los bostezos de los ojos ya se lavaron esta mañana en la pica del lavabo. Ahora sólo queda esperar el gran momento.
Tinman Triathlon West Lakes, 27/03/11
9:10 am, 300 metros Swim.
Lorena tiene un gorro rosa. Idéntico al de las 30 mujeres que le acompañan en la salida. Mi corazón va a 200 pulsaciones. Ahora sé que siente ella cuando está esperando que yo me meta en el agua. Mi salida es cinco minutos después. Yo llevo un gorro naranja (fosforito) y no dejo de mirar hacia dónde está ella. Nada bien, segura, a un buen ritmo. Cuando llega a la primera boya mi vista se tiene que concentrar en el juez de salida, que marcará la mía.
9:15 am, mis 300 metros Swim.
Nunca fui tan agobiado nadando. No pienso en mis brazadas. Pienso en cómo le estará yendo a Lorena. “Seguro que va bien”, me voy repitiendo. Cada vez que paso al lado de una barca de salvamento, miro de reojo por si estuviese ella. “Lo está haciendo bien”. Termino con el corazón en la boca. Corro hasta la zona de transición y no está su bicicleta. El gorro rosa y las gafas de nadar sí. Buena señal.
16.8 Km Cycle.
Ni siquiera sé la hora qué es. Cojo mi bici y salgo volando para encontrarme con Lorena. Pedaleo como si fuera un sprint en el que voy a ganar el Tour de Francia. El premio es verla a ella. Voy adelantando a ciclistas y nunca es el dorsal 220 que lleva Lorena. “Pues sí que está yendo rápido”, voy pensando masticando la aorta y parte de la arteria pulmonar izquierda. Estoy casi al final de la primera vuelta y no he conseguido alcanzar a Lorena. Justo antes de llegar a la última curva, la veo. “Mírala, qué campeona”, el corazón baja de pulsaciones y el ventrículo derecho, que ya estaba preparado para saltar a mi boca, vuelve a su posición. Me pongo a su lado y la adelanto. “¡Vamos amore, qué grande!”, le grito y la miro de reojo. Tiene cara de competición y no deja de pedalear. Le pregunto qué tal va y ella no deja de decirme qué vaya más rápido. La vuelta que nos queda no bajamos de 30 km/hora. “Eres la mejor, Lore”. La familia en Barcelona debe estar durmiendo en éste momento. Llegamos a la parte de correr y Lorena está guapísima con mi mono de triatlón azul y negro.
3.00 Km Run.
Dejamos las dos bicis en su sitio. Lorena sale corriendo antes que yo, como una bala. Yo todavía me tengo que cambiar las zapatillas de la bici por las de correr. Salgo detrás de ella y cuando la alcanzo, me dice que está hiperventilando. “Relájate, respira hondo, tranquila”, le voy diciendo. Ha salido muy rápida y se estaba agobiando. Cogemos el ritmo adecuado y vamos corriendo los tres kilómetros disfrutando del momento. “Venga que ya falta poco”, le voy repitiendo cada diez metros. Ella no me dice nada, porque seguro que me mandaría a la mierda. La psicología del deporte aplicada en primera persona. Llegamos a la meta y todavía es capaz de hacer un último sprint que demuestra que es toda una campeona. Abrazos, besos y la fruta de premio. Un trozo de sandía, una manzana y cinco uvas australianas. “Muy bien, ya eres una triatleta”, le digo orgulloso.
Es el momento de recoger las cosas. Las dos bicis en el coche, los bañadores, los monos de triatlón y volverse a casa. Lo metemos todo en el coche y metemos la ropa mojada en una bolsa de plástico. El maletero tiene que ir medio abierto y no me doy cuenta que dejo la bolsa en un filo peligroso. El mono de triatlón de mi debut, ha sido el que Lorena ha utilizado en el suyo. Es la última prenda de ropa que entra en la bolsa. Cuando salimos del parking de West Lakes parece que algo se mueve detrás. Lorena me avisa de que algo está en el borde del coche. “Para, que me parece que hemos perdido algo”, me dice. Yo le hago caso demasiado tarde. Cuando paramos el coche, mi bañador está en el borde del coche, a punto de caerse. “Igual hemos perdido algo”, me dice Lorena. “No creo, el bañador fue lo último que puse”, le digo yo sin acordarme que lo último fue el mono de triatlón que ha utilizado ella. Llegamos a casa y abrimos la bolsa de plástico.
“El mono de triatlón no está”. Volvemos hasta West Lakes por la misma carretera, fijándonos en el suelo por si lo vemos.
“Nada, que lo hemos perdido”, decimos abatidos. Ya no sólo seré recordado como el que pierde calcetines en el autobús, ahora también por el que pierde monos de triatlón por las carreteras australianas.
A pesar de todo, no es un mal día. Mi familia ha perdido una hora de sueño y ya estamos a 8:30 de ellos. Lorena ya es triatleta y yo casi gano un premio por éste blog. Una de cal y otra de arena. Por cierto, ¿cuál es la buena, la de cal o la de arena?
Empate a noticias buenas y malas. Perder el mono de triatlón y no ganar el premio: 2 malas.
Que Lorena haya terminado su primer Triatlón y hablar con la familia: 2 buenas.
Lo del cambio de hora puede ser bueno o malo según se mire. Duermes una hora menos (mal), pero mañana los días serán más largos (bien). Total, que el día termina en empate a dos y con una equis en la quiniela…
What the hell! (Qué coño): Lorena es Triatleta y mi familia ha visto el cielo de Australia. El día ha sido genial.
HOLA SAM sobre la primera parte del escrito de hoy casi mejor no digo nada solo que lo pasamos BIEN REGULAR Y DESPUES UN POCO MAL -la triatlon de LORENA para ser la primera es de CHAPO de todas
ResponderEliminarmaneras todos teniamos mucha confianza en ella porque es muy muy buena -Y tu tambien-pero tienes que tener cuidado con los calcetines y los trajes
de triatlon de todas formas el dia termino como tu
dices GENIAL BESOS PARA LOS DOS CHAOOO
yo digo que ha habido más noticias buenas:
ResponderEliminar-los días son más largos (no es x, es noticia buena, no seamos perrunos, que un día de dormir menos no hace daño a nadie)
-ahora que la lo es triatleta ha llegado el momento de que se compre su mono de triatleta y seguro que será precioso y os servirá a los dos
-has sido finalista, no has ganado, pero sigues escribiendo un blog que todos seguimos cada día
y bueno, podría seguir hablando de la primavera, el amor, los avances contra el cancer, pero creo que sería demasiado. lo dejaré, igual que empecé, en que opino que ganan claramente las noticias buenas.
besotes a los dos!
IM-PRE-SIONTEEE!!!Si ya lo digo yo, vaya pedazo de familia..Mu cuñaita pedazo de triatleta.. y como no my bro un pedazo de escritoorrr!!!un besazoo a los dossssssssss
ResponderEliminarLo del premio es importante, no se puede dar a todos. Los gustos son muy variados. Lo positivo es que te has entretenido y a nosotros también. Lorena ha demostrado que cuando se propone, lo consigue. Ha participado y llegó al final, eso para ser la primera vez es mucho. FELICIDADES A LOS DOS
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