Tres segundos después del relámpago sonó el trueno. La tormenta está a 1 kilómetro del lugar que me encuentro y llueve en Adelaide como si fuera lo último que va a suceder en un día de verano como hoy. Mis zapatos se empapan antes de llegar a la estación de trenes. Hay 9 andenes en la estación. En el número 8 hay un tren que sale a las 17:23 hacia Mawson Lakes, pero para en las 7 estaciones anteriores a mi destino. En el andén 9 está el tren directo que sale a las 17:20 y la primera parada es Mawson Lakes. ¿Cuál tengo que coger?
Diez minutos después de que el tren del andén 8 haya salido, todavía estamos parados en nuestro abarrotado tren directo. Un cuarto de hora de retraso después mis zapatos siguen empapados.
Lorena me espera con el coche en el parking de autobuses que hay al lado de la estación de trenes. El transporte a veces se acumula en un mismo punto de la ciudad y el resto queda aislado, pero por fin he llegado a casa…
Anoche, después de salir de la casa de Mawson Lakes, dejamos encendida la alarma antirrobo. Aparentemente era sencilla de programar. “Cuando salgáis de casa, le dais al botón EXIT, cerráis la puerta con llave y la alarma ya está conectada”, nos dijo la agente que nos alquila la casa. “Cuando entréis en casa, solo tenéis que apretar el siguiente código: 3456, y la alarma se desconectará automáticamente”. Parecía tan sencillo que cualquier pregunta resultaba inapropiada.
Abrimos la puerta de casa. Lorena tiene la responsabilidad de apretar correctamente el código: 3456. Lo hace una vez. Yo la miro por encima de su hombro y si, el código que aprieta es 3456. El pitido insoportable que sale de la cajita no se apaga. “Dale al 3456, al 3456”, le digo a Lorena. “Pero no ves que ya le estoy dando”, me dice ella. El pitido sigue. La cuenta atrás sigue su curso. Tenemos 20 segundos antes de que la alarma salte. “Pues dale luego al botón STAY o a la # o a la *…”, no estamos nada nerviosos, pero nos quedan 5 segundos antes de que la alarma empiece a sonar. 4, 3,2, 1…
La alarma salta y el sonido es insoportable. Si fuésemos ladrones profesionales nuestro futuro sería triste, muy triste.
Respiramos hondo, soplamos, nos miramos a los ojos y nuestros cerebros empiezan a funcionar.
“Llama a los bomberos y diles que es una falsa alarma de incendios, por si acaso”, le digo a Lorena.
“Mejor llamamos a la policía y le explicamos que no somos ladrones, que acabamos de alquilar la casa y que la alarma no funciona”, me replica Lorena.
“O llamamos a la tía de la agencia y que nos explique qué pasa aquí”…
Todas las posibilidades que planteamos no funcionan. La única opción que nos queda es llamar a la empresa de la alarma: Ness Corporation. Tenemos las páginas amarillas (Yellow Pages) y buscamos el teléfono. Llamamos, pero como ya pasan 5 minutos de las 18:00, nadie contesta. Aquí se termina de trabajar a las cinco de la tarde, así que es imposible encontrar a nadie que nos pueda ayudar. Por suerte tenemos conexión a internet en nuestro iPhone, y buscamos algún número de teléfono de la empresa de urgencias. La única posibilidad que se nos ocurre es llamar a la delegación de Perth, ya que allí son dos horas menos y todavía estarán trabajando.
Lorena consigue hablar con uno de los técnicos de la empresa, que no tiene ni idea de cómo desconectar la alarma. Ya ha pasado más de media hora y la alarma sigue sonando. Hemos desconectado la corriente, le hemos vuelto a dar al 3456 + # + *, + fuck you, más todas las posibilidades imaginadas. El técnico de Perth le pasa el número de móvil de un compañero suyo a Lorena. Mientras ella está hablando con Ness Corporation de Perth, un señor mayor llama a la puerta. Es un vecino que nos viene a ayudar. Le explico que ya hemos intentando apagar la alarma de mil maneras y que no es posible. El señor, encantador, intenta ayudar como puede, pero la alarma sigue sonando. Pensamos hasta en ir a la casa de los propietarios de la casa para que nos digan cómo apagar la maldita alarma. El señor se despide de nosotros con cara triste. Me imagino que no quiere ni pensar cómo va a dormir esta noche si no conseguimos apagar la alarma.
Una hora después del inicio del calvario, el segundo técnico de Perth nos dice que en la casa tiene que haber una caja con un montón de cables y que allí hay un interruptor ,que si conseguimos apagarlo, la alarma dejará de sonar. Lorena se sube a una silla, busca el interruptor y lo baja. El único sonido que se escucha es un “Thank you very much” que sale de la boca de Lorena agradeciéndole al técnico de Perth que nos haya ayudado a apagar el maldito sonido de la alarma.
Habíamos venido a montar muebles del Ikea, pero después de esta angustiosa hora interminable de alarmas, teléfonos que no contestan y técnicos de Perth, decidimos marcharnos al apartamento de Adelaide. Antes de marcharnos pasamos por la casa del vecino que pasó a ayudarnos. Hablamos con él y con su mujer… pero eso ya os lo contaré mañana.
Hacía tiempo que no era tan feliz. El sonido del trueno tarda más de diez segundos después de que veamos el relámpago. La tormenta se aleja. Son las 19:00 en nuestra casa de Mawson Lakes y en España los ladrones madrugadores que entren en casas a robar seguro que no prueban el código 3456 para desconectar la alarma. Nunca funciona. Son las 9:30 am allí y si alguno de vosotros tiene alarma en su casa o piensa ponérsela algún día, le recomiendo que tenga bien claro qué número poner para desconectarlo, pero que nunca sea el 3456.
Menudas cosas os pasan, todo hace que vuestros conocimientos se amplíen, en todos los niveles. La experiencia es increíble. Si algún día tenéis hijos le podréis transmitir muchos y muy buenos consejos. ¡ Sabe mas el diablo por viejo, que por demonio!.mami.
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