Si la cara es el espejo del alma, Reza Amhid debe hacer muchos días que no se mira en ninguno. Reza es un compañero de clase afgano que acabo de encontrarme en Hindley Street. La calle de la perversión y los antros oscuros, donde las chicas te tutean y los señores gordos intentan ocultar su calva dejándose crecer el pelo en exceso desde el cogote. La calle a estas horas del día no presenta a ninguno de esos dos especímenes. Estoy con Reza mientras mi cabeza ordena a los ojos que no miren hacia dónde no deben: su enorme grano de pus. Reza Amhid tiene un grano de pus asqueroso en la cara al que no puedo dejar de mirar. Es como el árbol que no deja ver el bosque, pero en forma de grano. Él sigue preocupado con su inminente boda y debe estar contándome algo importante por la forma de mover las manos, pero la conversación que tengo conmigo mismo no me permite ver el bosque que tengo delante.
“Tío hazle caso al chico y deja de mirarle el puto grano de pus”, me digo mientras trato de atender qué me está diciendo.
“…y todavía no he visto a la mujer con la que me voy a casar dentro de dos semanas”, esa es la frase que mi cerebro ha ordenado. El inglés de un afgano ordena de forma aleatoria los adjetivos, verbos y sustantivos. Yo le intento animar con una de esas ideas que le salen de la chistera al guionista de mi vida.
“Sabes lo que estaría bien, que pudieses viajar en el tiempo y ver cómo será tu mujer dentro de 30 años”, le suelto sin inmutarme. Reza Amhid abre los ojos y me derrumba con una obviedad sin tantas complicaciones.
“Igual estaría bien verla ahora, y si no me gusta, para qué quiero saber cómo será dentro de 30 años”, me dice con toda la razón del mundo.
“Pues sí”, le digo. “Y ni siquiera tienes una foto de ella. Pero quién elige a tu mujer, tu padre”, le pregunto para volver a la realidad.
“Claro, en Kandahar las cosas funcionan así”, me replica, mientras su grano de pus no deja de crecer.
Por un momento el botón de la lógica se desmorona y mi cabeza se imagina que dentro de ese enorme grano de pus lo que hay realmente metido es un genio de la lámpara, al estilo Aladino. La zona en dónde sucedió la historia de la lámpara mágica tuvo que ser por allí. Estoy por contarle mi idea:
“Quizás si aprietas ese grano de pus que tienes en la cara, salga el genio de la lámpara mágica y te conceda el deseo de ver durante cinco segundos a tu futura esposa”, eso es lo pienso, pero lo que realmente le digo es que confíe en su padre, que seguro que tiene buen ojo para él.
Opción 1 para seguir el relato (Escrita por el guionista de mi vida): El padre de Reza Amhid es ciego.
Opción 2 para seguir el relato (yo): El padre de Reza Amhid es el tipo que controla la mayor plantación de opio del sur de Afganistán, y desde que la mariposa blanca se poso sobre mi jardín y aleteo, trajo consigo una enorme cantidad de mariposas blancas que arrasaron toda la plantación de opio. El pobre padre de Reza Amhid no tiene otra cosa en la cabeza que recuperar su negocio lucrativo. Le presentaron a dos posibles candidatas para ser la mujer de su hijo, y sin girarse para mirarlas señaló con el dedo a la más fea. La misma mujer que cuando era joven fue retratada por el National Geographic y era guapísima, y que ahora es un esperpento horroroso.
Reza Amhid me sigue contando cosas interesantes, mientras su grano de pus sigue creciendo.
“Sabes que hace unos años estuve en España”, me comenta.
“Ah sí, qué bueno. En qué parte”, le pregunto.
“Pues en Barcelona, Madrid…esos sitios del fútbol”, sonríe. “Y lo mejor que me pasó allí fue conocer el Baileys”.
“¿El Baileys?, la crema de whisky; pero es irlandesa creo”, le digo a la vez que mi cerebro empieza a patinar.
“No importa, yo sólo sé que fui un día a tomarme un café a un bar, y vi a un tipo que se lo tomaba y le copié. Y me encanto. Desde entonces soy un adicto al Baileys”.
El patinaje neuronal suele estar asociado a estados de embriaguez. No estoy borracho de Baileys, pero ese grano de pus tiene el mismo color de la crema de whisky al que está enganchado Reza Amhid.
“Soy un adicto al Baileys”, sigue repitiendo una y otra vez, mientras mi cabeza ha hecho la siguiente (asquerosa) asociación de ideas.
Reza Amhid toma Baileys a cascoporro. Su cuerpo es incapaz de drenar tanto Baileys. El Baileys se acumula en zonas de su cuerpo que quieren salir al exterior. El color del Baileys parece el de una infección mal curada. El grano de pus de Reza Amhid es realmente un exceso de Baileys en su cuerpo.
Reza Amhid me invita a tomar un café en Hindley Street. En dos segundos mi cabeza ordena una posibilidad dentro de todas las posibles que pueden suceder y no me apetece ser testigo de esa. Me imagino que Reza pide un café solo y como aquí es difícil conseguir Baileys en los bares, acerca su taza de café a la cara, se aprieta su grano de pus…
“Lo siento, pero tengo que irme a casa, que tengo la colada en la lavadora y la tengo que colgar. Dicen que mañana va a llover”.
“Pero si va a llover, mejor que no la cuelgues”, me contesta con razón.
“Es que en España solemos hacer la colada cuando sabemos que va a llover, porque el agua de la lluvia refuerza los tejidos”, siempre que digo algo que esta fuera de lugar o es totalmente surrealista, salgo con la cantinela de que “eso en España lo hacemos así desde siempre”. Algunas veces funciona.
Me despido del grano de pus de Reza Amhid y le deseo que tenga suerte con la elección de su padre. Que la mujer que vaya a compartir su vida con él, sea la mejor de las opciones posibles.
“Espero que nos veamos antes de la boda, y si no que os vaya muy bien a los tres”, me despido y regreso a casa, a colgar la ropa.
16:30 de una tarde lluviosa en Mawson Lakes. La ropa está colgada y vosotros a las 7:00 de la mañana, con legañas de textura amarillenta que no tienen nada que envidiar al grano de pus de mi amigo Reza Amhid. Buenos días, España.
Vay tela con el Baileys bro,en eso momentos teniamos que ser capaces de decirlselo,que al menos se mire en un espejo......
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=gskjOotQyXE&feature=related
ResponderEliminaruna cancion que paso sin pena ni gloria pero tiene encanto....
HOLA SAM el caso de tu amigo tendria que mirarselo pero es normal que este preocupado con lo que se le viene encima con la boda y sin conocer a su futura mujer el chico ESTARA asustado nada que se relaje que todo le ira bien
ResponderEliminarBESOTES PARA LOS DOS CHAOOOO