Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

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jueves, 13 de enero de 2011

05/01/11 Los bichos pelota rompen platos de postre

El tipo que no había roto un plato en su vida, entró en la cocina, se acercó al lavavajillas, sacó un plato negro de postre y uno blanco de ensalada sin tomate y los estrelló contra el suelo. Sin inmutarse, se acercó hasta el espejo más cercano que tenía en su casa. Se miró en el espejo del salón y como no le gustaba su cara de perdedor, contó con los dedos de las manos hasta 7. Pensó entonces en la edad que tendría cuando la mala suerte le abandonase. Ese era un buen momento para empezar otra vida, pensó antes de separar el espejo de la pared. Siete años perdidos no son demasiado si  hacía lo que estaba a punto de hacer. El espejo cayó lentamente al suelo. Se agachó a contar los mil pedazos reglamentarios en los que se transforman los sueños rotos y empezó a llorar. Se sentó junto a los trozos de vidrio y se cortó un par de dedos de forma superficial. Sus rodillas estaban a la altura del pecho. Se las sujetó con los brazos formando un abrazo artificial que le llevaba a adoptar la postura fetal. Sus ojos miraban fijamente su entrepierna. El pijama a rayas que le regaló su madre hace tres años olía mal. Diez días sin salir de la cama habían conseguido terminar con la ruptura de su antigua vida y con el olor a suavizante azul. Su cuerpo cada vez se hundía más. Estaba notando como su espalda se acercaba a su pecho. La sangre de sus dedos recién cortados estaba tomando un tono negruzco que no le gustó.
“¿Qué coño me está pasando?”, se dijo mientras se mordía el labio. El gusto que notaba era ácido.
Se iban formando en su piel pequeñas escamas negras que empezaban a cubrirle todo el cuerpo. Intentó levantarse, pero sus piernas no le respondían. El pijama de rayas era ahora una capa de piel dura, una armadura firme que ya formaba parte de su cuerpo. El pelo de la cabeza parecía estar cortado a mordiscos. Los ojos dejaron de tener pestañas, de las cejas salían antenas duras, todo era negro. El tipo que rompió el espejo de su salón en mil pedazos se fue haciendo pequeño, minúsculo, del tamaño de una mosca sin alas. El tipo que no había roto nunca un plato es ahora un insecto pelota.


Y sin que nadie se lo pidiese, el insecto pelota llegó hasta la cocina de nuestra casa. Y no sólo llegó éste. Llegaron otros bichos pelota que tenían cara de haber sido tipos que no habían leído un libro en su vida, otros con cara de haber pasado más hambre que el perro del afilador, otros con pinta de no haberle dado un palo al agua. Refranes de hombres convertidos en bichos pelotas que cada día tenemos que tirar a la basura porque no sirven para nada.

Miré fijamente a los ojos del último bicho pelota y le dije que la próxima vez que quisiera cambiar su vida, no rompiese platos de postre, ni estrellase los espejos contra el suelo, por mucho que hiciese gracia partirlo en mil pedazos.
“La próxima vez, si no te gusta tu vida,  te reinventas y haces lo que siempre te ha gustado. Aunque lo hagas mal. Lo intentas, pero no tientes así a la suerte. Bicho Pelota”.
 
Si no transformas tu vida en una pelota de mierda lo que puedes hacer es reinventarte y hacer lo que te gusta. Son las 18:47 dentro de la cabeza de un bicho pelota que antes era un bala perdida y que ahora va a terminar en la basura de casa. En España los bichos pelotas tienen relojes sin pilas que deberían marcar las 9:17 am.

4 comentarios:

  1. Qué grande! Debo decir que noto una ligera inspiración Kafkiana... Que buena fue "La Metamorfosis" de La Fura dels Baus en el Teatre de las Flors, te acuerdas Romén?

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  2. ¡ que mono el insecto pelota !tiene verguenza se estirará si le dais confianza.mami

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  3. para mi siempre fueron bichos bola...lo de pelota da un toque más glamuroso... en la medida de lo posible...

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