Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

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domingo, 30 de enero de 2011

24/01/11 Free Sunscreen in the City

Cada momento en la vida de una persona depende de que el “si” o el ”no” estén dichos en el momento oportuno. Nuestro descanso depende de que uno de los dos le diga que “no” al otro, en el momento fatídico de apagar el despertador.
Son las 9:30 am. Hemos dormido menos de 5 horas, tenemos una ligera percepción de resaca en nuestra cabeza y hay que decidir si nos vamos a repartir crema solar a la ciudad o seguimos durmiendo hasta que la cama nos eche a patadas por pesados.
“Vamos, pero en plan tranquilo”, dice Lorena.
“Cinco minutos más y me pongo el disfraz de Piolín, vale”, le contesto yo.
Doce minutos después el café deja el aroma perfecto en la cocina. Somos unos voluntarios concienciados en  dejar a los australianos empapados de Sunscreen Factor 30 +.
Termina el Tour Down Under en el mismo sitio que empezó hace una semana. El día parece que no se haya terminado de despertar del todo. Esta como nosotros, con los ojos medio cerrados. Es montarse en el coche y el bostezo de una nube deja al sol al desnudo. Ya no hay nada que nos tape de otra sesión de calor. El sol reparte 28 grados por cada parte de nuestro cuerpo y el coche llega a la calle más escondida de la ciudad, con la intención de que podamos aparcarlo sin tener que caminar demasiado hasta el parque donde está el stand del Council Cancer. 

Otra vez el bote de plástico, la gorra de pescador y la camiseta amarillo chillón. Es domingo por la mañana y tenemos Adelaide abierta para nosotros. Vamos a ser voluntarios con vocación de turistas. Visitar los parques de la ciudad por los que nunca podemos pasear, hacerle fotos a la catedral, contar los cisnes negros que no saben encontrar el camino de regreso a casa.
Hoy toca divertirse con la gente y eso es lo que hacemos. “Free Sunscreen, for the Council Cancer”, repetimos con nuestra mejor sonrisa. “Free Sunscreen, free sunscreen”.

Nos cruzamos con uno de los cámaras de televisión que se monta en las motos que siguen de cerca a los ciclistas. Lorena le pregunta si quiere “Free sunscreen”.
“Free Icecream”, pregunta intrigado el tipo.
“No, no, Sunscreen, no Icecream”, le dice Lorena. Pero si te apetece probarla como Icecream estás en tu derecho.
El tipo se marcha riendo por la confusión, y nuestra resaca se ha quedado en el poso del café.
Los australianos aprovechan cualquier evento para sacar sus sillas plegables de su garaje. Un mantel, tuppers llenos de comida, botellas de agua, vino o cervezas, buscan una sombra y se dedican a ver pasar la vida. Que hoy toca ciclistas, pues ciclistas. Que mañana son payasos de un circo ruso, pues payasos. Que viene la suegra y está un poco pachucha, pues se le sienta en una silla plegable, se le da una copa de vino Shiraz y que se recupere. Lo único que necesitan son sus sillas plegables y un poco de hierba para disfrutar del día.

Me apetece apostar con Lorena algún dinerillo. La selección de cerezas del otro día ha dejado mi bolsillo “repleto” (95 dólares) de dinero. Veo mi oportunidad en una pareja de seguridad que hay en un borde del parque.
“Veinte pavos si le preguntas al negro si quiere crema solar”, le digo a Lorena.
“No te pases. Ellos también se queman y necesitan crema”, me contesta con la firme intención de ganar los 20 dólares.
Se acerca a la pareja,  y sin ningún tipo de vergüenza  le pregunta a cada uno si quieren Free Sunscreen. El blanco quiere crema, pero el negro no. Yo pierdo 20 dólares y me quedo con cara de Piolín abatido.
“Doble o nada. Si vas ahora y le dices que él es quién más necesita la crema, que se va a quemar…”. Lorena no juega más. Me pide los 20 pavos y seguimos repartiendo buenos propósitos por la ciudad.

Los ciclistas están a punto de terminar la última etapa del Tour Down Under. Hemos repartido crema y hemos conseguido  alguno de los regalos que los coches de la organización van lanzado al público. Gorras, pelotas de plástico, pegatinas para el coche, abanicos, manzanas y corazones anti estrés, un cencerro rojo y un bidón para mi bici. Lo que viene siendo mierda que vamos a guardar en un cajón hasta que dentro de tres años, cuando tengamos que volvernos, lo tiremos todo a la basura porque no vale para nada. Pero estamos contentos y regresamos a casa con la conciencia tranquila. 

6.85 dólares, contando los 3 dólares que hemos puesto de nuestro bolsillo, eso es lo que hemos recaudado hoy. Una pena que la gente no de más dinero para éstas causas.

Son las 15:15 de la tarde cuando entra Lance Armstrong por la línea de meta. Esta es su última participación en una vuelta ciclista a nivel mundial. Dice que su próximo objetivo es el Ironman de Hawái. Si me presta una cuarta parte de lo que ha ganado por esta semana de trabajo, me voy con él a entrenar, Lorena deja la investigación y nos compramos una casa con piscina, barbacoa y un congelador repleto de Free Icecream.


1 comentario:

  1. que guapo ese ciclista vaya paquetorro jajajajajajajajajaja

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