El futuro tiene muchas peculiaridades, entre ellas, que las cosas siempre empiezan antes. No hablo de las 9 horas y media de diferencia con España, hablo de que en el futuro australiano todo empieza antes. Lo digo porque aquí la gente muchas veces se adelanta a su propio horario y vienen antes de lo que tocaba. Vienen en su futuro cuando para ti todavía es pasado. (O algo así).
Lorena me dijo anoche:
“Mañana a las 7 de la tarde, vienen los de Telstra (la Telefónica Australiana) para ver qué pasa con la línea de teléfono”. Desde que compramos el teléfono no hemos recibido ninguna llamada de teléfono. Tampoco nadie tiene nuestro número, pero como nosotros sí que lo tenemos, nos hemos llamado y no hemos contestado porque no hemos escuchado nuestra propia llamada. Conclusión: El teléfono de casa no funciona.
“Espero que cuando lo arreglen funcione bien internet”, le digo saltándome a la torera la primera parte del arreglo.
“Primero que arreglen la línea y luego ya veremos qué pasa con Internet”, me dice Lorena con toda la razón del mundo.
“Bueno, pues mañana por la tarde lo veremos”. Por la tarde: 19:00.
8:20 am (por la mañana). Toc Toc Toc…
El sonido de unos nudillos sobre nuestra puerta a estas horas de la mañana nunca trae buenas noticias.
Abro la puerta. “Vengo del futuro a arreglarte el cable del teléfono”, el tipo que está en la puerta de casa me dice algo completamente distinto en inglés, pero para mí la frase con la que me quedo es ésa.
Sale Lorena a recibirlo porque ella tiene controlado un poco mejor el acento australiano, y le contesta que “Yes, yes”.
El técnico de Telstra lleva una camiseta naranja y cara de haber dormido junto a un perro con pulgas, dos loros que se han hecho un nido en su pelo y creo que tiene hormigas entre los dedos, o hace tiempo que no se corta las uñas, ni que se las limpia.
No hace falta que entre en casa. Los cables que tiene que mirar están fuera de la casa.
“Voy al bar de la esquina a tomarme un copazo de coñac”, me dice el técnico con firmeza.
“OK, ok”, le contesto yo desde la puerta.
Me giro y Lorena me traduce. Efectivamente ha dicho que “Le falta un cable que tiene que ir a buscar a la central. Que ahora vuelve”.
Casi acierto.
Suerte que nuestro horario también está cambiado. Si todavía tuviésemos Jet Lag ahora serían las 23:00 de la noche y estaríamos a punto de irnos a dormir. Pero es hora del café con leche, los cereales, las galletas con tropezones de chocolate del Woolworths y el vaso de zumo de mango y manzana compartido.
El técnico de Telstra ha hecho lo imposible para que nuestra línea de teléfono funcionase, pero no lo ha conseguido.
“Lo siento pero no funciona. Ahora sí que me voy a tomar un carajillo de Bayleys con porritas que va a flipar la perra”, me dice a mí.
A Lorena le dice otra cosa:
“La conexión de fuera está bien. Creo que es un problema de cableado interior. Tenéis que hablar con el propietario para solucionarlo”.
Otra muesca en la “lista de problemas a solucionar antes de que la vida en Australia empiece a ser totalmente placentera”.
Lorena se marcha a trabajar. Yo tengo que ir a cobrar el “Bond” a la ciudad. El Bond es la fianza del piso. Nada de imaginarse cosas raras.
Eran las 9:30 am cuando el técnico de Telstra se marchó a tomarse su carajillo. En España empieza el mismo día que aquí. Son las 0:00 del miércoles 19 de enero. El futuro es vuestro.
es un poco la pelicula de "un loco a domicilio"del inafamble jim carrey.....
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