Dejar el apartamento de la ciudad ha supuesto para mí, la pérdida del microondas donde calentaba mi comida cada vez que bajaba a la ciudad. Ahora toca buscar un microondas por la ciudad y utilizarlo sin parecer un tipo raro. No me veo llegando a un sitio, entrar sonriendo y preguntarle a la secretaria de turno:
“Perdona maja, la sala del microondas, por donde anda”.
Sería raro y todavía no tengo mi inglés demasiado controlado como para hacerlo. Pero no voy a tener que sufrir demasiado. Hay un sitio en donde mi presencia no va a suponer ninguna mirada extraña: soy estudiante de primera, y los estudiantes de verdad van a la Universidad.
La primera universidad a la que me apetece ir es a la Facultad de Ciencias de UniSA Campus West Center City. El nombre engaña. Es un edificio pequeño con el que estoy familiarizado, porque allí hice un examen para entrar a un curso de inglés gratuito al que nunca me dejaron ir.
Llego a la zona donde parece que esta la sala de estudiantes. El olor a arroz y comida china es insoportable. La sala de estudiantes de la Facultad de Ciencias está llena de chinos que comen arroz.
Saco mi bolsa con el tupper, destapo la tapa, lo meto en el microondas y dos minutos después, a potencia alta, saco el pollo y las patatas completamente ardiendo. La cola para calentar la comida se ha llenado de repente. Están los chinos comiendo arroz en la sala, y detrás de mi se han colocado diez chinos mas con su tupper de arroz esperando para calentarlo.
Saco el tupper quemándome los dedos, pero disimulo para demostrar que a mí el fuego en los dedos no me hace nada. La china que está sentada en la misma mesa que yo, me sonríe. Creo que lo hace porque se ha dado cuenta de que me he quemado y en mi cara se adivina una mueca estúpida, mezcla de sonrisa y de “me cago en mis muertos que tengo los dedos abrasados”. Dejo el tupper y me soplo los dedos sin disimular. El resto de chinos empiezan a meter sus tuppers de arroz en el microondas. Estoy por decirles que no se pasen de minuto y medio, que con dos minutos la comida queda carbonizada.
Mientras dejo que mi comida se enfríe un poco, mirando a mis compañeros de almuerzo, me viene a la cabeza una pregunta genial que me hizo anoche Lorena:
“Y cuando dos asiáticos que no se conocen de nada, y quieren quedar en una cita a ciegas, que se explican , algo así como: soy bajito, con el pelo negro y liso y tengo los ojos rasgados”. Los que están comiendo conmigo son todos exactamente así.
Ya puedo comerme mi pollo con patatas. Cuando le doy el primer mordisco, se sientan en mi mesa un pareja que trae para comer: arroz, y una especie de carne o albondigas que huele a podrida. Pero mal. Del rollo feo. Y encima de postre tienen cerezas.
La cara del chico en cada mordisco a la carne es un poema. Yo estoy por levantarme y salir a vomitar, pero aguanto porque tengo hambre y tengo que ir a la State Library a estudiar para el IELTS Test. El chico sabe que la carne esta mala, pero le dice a su novia algo así como “que rica te salió hoy el arroz con carne, mi vida”, y sufre como nunca he visto a un hombre sufrir por amor.
Como tengo la suerte de comer rápido, me termino el pollo con patatas, y hasta mi manzana de postre, cuando el chico todavía no ha vomitado. En ese tiempo, otra chica (china) se ha pasado los diez minutos que llevo en la sala calentando su tupper de arroz.
“Lo debe estar fulminando al pobre arroz", pienso mientras recojo mis cosas de la sala de estudiantes en donde he ido a comer. La sala tiene el mismo número de chinos que cuando llegue. Se han ido 10 o 12 y han entrado el mismo número. Los chinos comen arroz muy rápido y la chica que lo ha calentado durante 10 minutos, se lo traga como si fuera un gazpacho fresquito en medio de la Feria de Abril.
Cuando me levanto de mi silla para irme, todos me miran. Debo de ser la atracción turística del día. No deben estar acostumbrados a ver a alguien que no come arroz. Por un momento me da por pensar que alguno de los chinos me va a lanzar un grano de arroz para que yo me lo coma al vuelo. Como si estuviese en un circo. Nadie se atreve a hacerlo y les deseo a todos que tengan un “nice day”. Soy un occidental que no come arroz. Ellos me han demostrado que el arroz es la parte más importante en la dieta de los chinos.
Son las 13:30 del mediodía cuando salgo de UniSA para irme a la State Library a estudiar inglés. Las yemas de mis dedos todavía me duelen. Deben ser las 11:00 de la mañana en Beijing, cuando cualquier ama de casa debe estar pensando que va a hacer hoy de comer...
http://muchachadanui.rtve.es/celebrities-kim-jong-il.html
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