El gen que sintetiza el alcohol en el cerebro de un australiano debe ser más corto, más estrecho y menos eficiente que el de otra persona en cualquier parte del mundo. Eso, o tenemos la mala suerte de encontrarnos siempre con el mismo grupo de gente que va a los festivales, fiestas y saraos de la ciudad con una cogorza descomunal cuando no son ni las siete de la tarde.
Hoy tocaba fiesta alemana en la ciudad. Schützenfest 2011. Según el Google Translator (al que no debería hacer mucho caso) tiene algo que ver con “proteger, defender, abrigar”. Debe ser algo así como la Fiesta de los Protegidos, por el alcohol. Tendré que preguntarle a mi amigo Mathias qué significa la palabra, porque con la ayuda del Google Translator no llego a ningún sitio.
La gente llega a la entrada del recinto con su jarra de cerveza en la mano. No importa la edad que tengas si tienes un amigo que conoce a un tipo que falsifica carnets de identidad. Entras, sonríes al tipo de la entrada, que te coloca un brazalete amarillo chillón y ya tienes derecho a beber toda la cerveza que tu bolsillo pueda pagar. Porque además de tener un gen que sintetiza el alcohol más rápido, los australianos tienen el dinero suficiente para rellenar su jarra las veces que quieran, y eso supone gastarse diez dólares cada vez que quieres que tu jarra esté bien llena.
Existen pocos tipos de vestidos en esta fiesta. Están las chicas que van demasiado cortas, y las que llevan un cinturón estrecho como única parte de abajo. También las hay que se disfrazan con el traje regional de alguna parte de Alemania y van dando tumbos por la hierba antes de abrazar al primer chico que lleve un sombrero mejicano con la bandera alemana en su borde. Con estas cosas te sientes cerca de casa. Es como estar un día de partido de Champions paseando por Las Ramblas de Barcelona, en donde los hooligans de cualquier equipo inglés, a las siete de la tarde, están más preocupados en saber dónde les podrán servir la siguiente cerveza, que en saber qué línea de metro deben coger para llegar al Camp Nou.
Como las fiestas en Australia empiezan a las cinco de la tarde, a las once y media de la noche no hay nadie que se mantenga en pie. El gen que sintetiza el alcohol en su cerebro les está diciendo: “Deberías irte a casa, que con ésta cogorza mañana no habrá quién te levante”, pero los tipos son duros y aguantan hasta las doce de la noche. Hacen otra media hora de cola para servirse la última jarra de cerveza y aplauden al grupo de música que nos ha estado amenizando la velada. Nunca pensé que el vocalista de un grupo pudiese llegar a cerrar un concierto con estas tres últimas canciones: "Livin' in a prayer" de Bon Jovi, el “Mama Mía” de Abba y acabar con el “Stayin´alive “de los australianos Bee Gees. Quizás sea el único que se ha dado cuenta de lo poco que pegan esas canciones una detrás de la otra. Quizás no haya nada mejor final que ese, para que un grupo de australianos se vayan a casa a dormir la mona.
Son las 0:30 de la noche y me pregunto en qué momento el sombrero mejicano llegó a ser uno de los souvenirs más vendidos en ésta fiesta alemana del Schützenfest. Si a las 15:00 en Barcelona paseáis por Las Ramblas, contad cuántos sombreros mejicanos salen y seguro que hay más de diez paseando feliz, sin darse cuenta que ese sombrero no viene a cuento.
que interesante estas con esas gafas lore!!!!
ResponderEliminarque gran dj.......que repertorio tan extenso y peculiar
ResponderEliminarLore está muy guapa y tiene un color bonito. Sam gracias por tus comentarios, lo sigues haciendo muy bien, lo agradezco un montón.UN besote mami.
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