La insoportable lentitud de Internet en este país, hace que los ciudadanos australianos sigan confiando en las cartas de papel, los sellos y los buzones en medio de la ciudad. Si quieres conseguir una promoción de detergente gratis para los próximos 6 meses, o quieres que el gobierno de South Australia te devuelva 200 dólares por haberte comprado una lavadora de carga frontal en lugar de carga vertical, tienes que ir a correos Australiano (Australian Post), hacer una cola kilométrica y comprar el sobre y los sellos para enviar tu carta.
Después de conseguir sobres y sellos, o incluso tienes la opción de comprarte un sobre con el sello incorporado (70 céntimos de dólar para envíos nacionales), llegó el momento de buscar un buzón en dónde meterlo. Y aquí empieza otra de esas extrañas aventuras que me pasan a mí.
Salgo de clase de inglés a las cinco en punto. Llevo mi carta en la mano para no olvidarme de meterla en un buzón. En el ascensor coincido con uno de mis compañeros de clase, Hudi, un indonesio de Yakarta que estudia por las mañanas en la Universidad de Adelaide algo relacionado con el comercio, las finanzas o la física teórica, vamos que no tengo ni idea de qué estudia el chico. Cuando salimos a la calle, le digo que tengo que buscar un buzón porque necesito enviar una carta al departamento de compras de Whirlpool para que nos regalen detergente durante 6 meses. Me imagino que tampoco le importa demasiado mis preocupaciones de ama de casa, pero me quiere ayudar y me dice que él sabe dónde hay un buzón cerca de allí. Me fio de Hudi, que parece un buen chico sin contactos con ningún antiguo dictador de Oriente Próximo. Salimos del edificio y justo en ese momento, la voz de otro de mis compañeros de clase nos aborda justo detrás de nosotros. Es Wei, un chino que trabaja de guía turístico los fines de semana en Adelaide para turistas de su país. A veces mi nivel de inglés hace que la imaginación tome excesivo protagonismo en lo que los demás me dicen, sobre todo si el que me lo dice es asiático, indio o australiano. Resulta que Wei también quiere enviar una carta y está buscando un buzón como yo. Hudi es nuestro guía espiritual en busca del buzón deseado y le seguimos. Wei tiene aparcado el coche dos calles más allá de la escuela. Insinúa que podemos ir con él en su coche y le acompañamos. En la radio del coche suenan himnos del rock de los setentas en versión china. Hudi indica a Wei el camino a seguir para encontrar el buzón.
“Creo que es la próxima a la derecha”, dice Hudi. “No, no, perdona, es la tercera a la izquierda”, se corrige demasiado tarde. Los éxitos del rock en voces chinas suenan tan extraños como la alegría de la gente al ver un partido de Criquet. Estamos perdidos entre tres calles del centro de Adelaide y de ahí no salimos.
Diez minutos después de entrar en el coche y dar vueltas por la ciudad, por fin encontramos el deseado buzón rojo de Australian Post. Wei lanza su carta con felicidad pragmática y yo, que ya he dejado de ser chino, me recreo en mi lanzamiento de carta al buzón rojo y le hago una fotografía para la posteridad con toda la parsimonia del mundo.
Hudi vive en el mismo apartamento que nosotros, en la habitación 218, desde hace 10 meses. Dice que le gusta vivir en un apartamento de 20 metros cuadrados y que no entiende por qué nos queremos ir de aquí. No sé qué decir a una afirmación con tanto sentimiento como lo ha dicho él. Me despido en la puerta de los apartamentos antes de salir a buscar a Lorena a Mawson Lakes. Eran las 17:30 de la tarde en el centro de Adelaide y en la tierra de mi amigo Hudi los relojes marcaban las 14:00. Ojalá la carta llegue sana y salva para que pueda recibir mi detergente gratis.
...ademas bro el cricket tiene que ser un poco coñazo no!?
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