29/10/10 Odisea en Adelaide Aquatic Centre

Llevaba días buscando una piscina para hacer unos largos, y resulta que en toda la ciudad de Adelaide no hay ninguna. La más cercana esta en North Adelaide, un barrio residencial a 5 minutos en tren en la misma dirección que Mawson Lakes, el sitio donde trabaja Lorena. Así, que hoy nos montamos en el tren y fuimos juntos hasta la primera parada del recorrido: North Adelaide.

Me despido de Lorena y me acerco hasta la puerta de salida. Y aquí es donde empieza la odisea. Con la tontería de ir diciéndonos adiós sin mirar hacia donde debo, en vez de tocar el botón de OPEN, aprieto el botón de Emergency Open (que estaba pintado de verde). O sea, que la puerta se queda bloqueada, y el tipo que está esperando desde fuera para abrir la puerta me mira como diciendo: “Tío, abre la puerta”, y yo que no sé hacia dónde mirar, me voy corriendo hasta la siguiente puerta que está abierta y ante la mirada alucinada de todo el vagón (Lorena incluida),salgo del tren.

Salgo como si conmigo no fuese la cosa y desde la distancia veo que el tren sigue parado. El maquinista ha tenido que bajarse de su puesto y desbloquear la puerta por la que yo iba a salir.

Empiezo a caminar por un campo de golf sin tener ni idea de dónde está la piscina que estoy buscando, y   esto empieza a ser duro. 

Después de cruzar los 18 hoyos del campo de golf (gratuito), de tener que atravesar carreteras repletas de coches que van a la ciudad a trabajar, y de sufrir mi primera picadura de un insecto en Australia: cruzo los dedos para que no sea una de esas arañas que te inyectan su veneno y en menos de 7 segundos estás muerto. Mato a la hormiga roja que veis más abajo y cuento hasta 10. Al llegar a los diez segundos y comprobar que todo está en orden, respiro hondo y me digo que todo va a ir bien.

Más de media hora después, a lo lejos, veo el cartel que indica que me acerco a mi meta. Suspiro y disfruto de mi victoria. “Lo conseguí”, me digo. Ahora solo tengo que disfrutar de una sesión de piscina que necesitaba desde hacía tiempo.

Hay piscinas para niños con toboganes, una piscina de 50 metros partida en dos de 25, y una piscina con trampolines en donde un grupo de adolescentes aborígenes se lanzan vestidos sin que nadie le diga nada. Puedes ir sin gorro, debes nadar por tu izquierda y por supuesto está totalmente prohibido escupir dentro de la piscina. ¿Quién ha hecho eso alguna vez? Nadie, verdad.

Pero la odisea no termina después de disfrutar de la piscina. El día amenazaba lluvia, y por supuesto, ha esperado a que yo saliese de la piscina para descargar como si no fuese a llover en los próximos dos meses.

Por suerte me llevo dos premios éste día: La hoja que veis anunciando que empieza la temporada de Triatlón en South Australia (con un Ironman incluido), y la bola de golf  Nike 1 que sujetan mis dedos.

Fin del día mientras vosotros ya dormís. Son las 12:30 del mediodía aquí, las 4:00 de la madrugada allí. Y por si fuera poco, se me han acabado las galletas de chocolate del Ikea.