Como bien sabe mi hermano, lo más importante el día de un triatlón no es llevar barritas de chocolate, tener las ruedas de la bicicleta bien hinchadas o llevar las zapatillas con cordones fáciles de atar. Lo realmente importante es salir de casa habiendo visitado el váter como mínimo una vez. Esta mañana he conseguido acabar un triatlón fisiológico en menos de media hora en los dos lavabos que tenemos en casa. ¿Nervios? ¿El cocido de Lorena de anoche? ¿El plátano con demasiadas pintitas negras?
No importa, he acabado mi particular triatlón fisiológico y me siento bien.
Volvemos a West Lakes para que yo haga mi segundo Triatlón Challenge. Como somos puntuales conseguimos dejar la bicicleta y demás utensilios en la fila 1 de la zona de transición. Lorena me pide que vayamos a buscar alguna cafetería que esté abierta para poder pasar mejor el tiempo. El único sitio abierto en la zona es un McDonald´s que hay junto al estadio de Fútbol Australiano de West Lakes.
Lorena se pide un McCafé cargado, un McZumo de naranja y un McSandwich de jamón y queso. Mi barriga no está para que le entre nada. Entro en el lavabo del McDonald´s y dejo un McTruño Completo que deja mi cuerpo, ahora sí, preparado para mi segundo triatlón en Australia.
Sin más dilación y dejando el tema escatológico totalmente cubierto, empiezo el relato de mi segundo triatlón en Australia.
9:18 am, 800 metros Swim.
Cinco minutos antes de que den la primera salida del día, empieza a llover. La gente que viene a acompañar a los colgados triatletas, se meten debajo de los pocos paraguas que se ven en la zona. Lorena se queda conmigo debajo de un árbol. Hace viento y la mejor forma de resguardarse de la lluvia para mí, es meterme dentro del agua. Beso de buena suerte y al lago. La temperatura del agua es perfecta. A todos los triatletas que están a mi lado les cubre el agua por encima de la cintura. El agua está extrañamente caliente. Van saliendo todos los competidores por edades. Otra vez soy el último. Diez segundos, cuenta atrás y a nadar. Ningún australiano de los que nada junto a mí lo sabe, pero el presentador de la prueba ha dicho en un inglés de Sídney perfecto, que para amenizar la competición de hoy han metido a un par de crías de tiburón blanco en el lago. Ese pensamiento es el que tengo después de enterarme que hace un par de días dos tiburones blancos devoraron a un buceador en South Australia. Por suerte no me encuentro con ninguno de los dos tiburones, pero por si acaso nado los 800 metros más rápidos que recuerdo en mi vida: 14:14. Salgo del agua y a por la bicicleta.
9:32 am, 25.2 Km Cycle
La lluvia se hace intermitente durante el recorrido en bici. La primera vuelta no llueve. La segunda llueve. Y la tercera no llueve. Ecuación fácil para negados en matemáticas y estadística. En cuanto me calzo las zapatillas de ciclista, el efecto pata de palo se hace evidente. El juez que controla que no sobrepases la línea blanca montado en la bici, me deja por imposible después de que me repita diez veces que no lo tengo que hacer. Sobrepaso la línea blanca encima de la bici y recorro los kilómetros del circuito tres veces. En la primera vuelta coincido con los buenos. Con los que han salido en la primera salida y van a 50 km/h montados sobre Ferraris de verdad. Uno de esos buenos pasa por mi lado como si uno de los tiburones hubiese salido del lago y estuviese a punto de comerle las piernas. En la primera curva cerrada que te encuentras en el circuito, el tipo del Ferrari seguido por el tiburón se deja los dientes contra el asfalto de la carretera y está a punto de provocar que más de uno nos vayamos al suelo. Lo evito y sigo mi camino con un punto menos en los piñones. Por si acaso. Termino las tres vueltas a un buen ritmo y dejo mi Cannondale en su sitio, para terminar el desafío de hoy corriendo los últimos 6 kilómetros.
48:47 minutos después de coger la bicicleta, 6 km Run.
Lo mejor del circuito corriendo es que tienes vasos de agua cada kilómetro. Nada más salir de la zona de transición, te dan un vaso de agua que me lanzo por encima de la cabeza y así quitarme los restos de sal que entran en mis ojos. Lorena está animándome en cada momento. Hasta me dice guapo después de cada foto que me hace. “¿Guapo yo?”.Guapa ella, que le sienta genial el polar que lleva puesto para resguardarse del frío. Ahora llega el momento “Brother”. Me he apuntado mentalmente todos los números que me han ido adelantando en la bici. 803, 675, 828… Los triatletas que antes eran ciclistas, me dejan siempre atrás. La bici es mi parte mala. Pero como yo sé reservar mis fuerzas para el último tramo, empiezo la caza del número adelantado. Aunque no sea una competición contra nadie y lo importante sea conseguir llegar a meta con la satisfacción de haber terminado mi segundo triatlón en Australia. 27:42 minutos después de haberme calzado las zapatillas de correr, traspaso la línea de meta con un tiempo final de 1h32:40.
Como primer español clasificado en este II Challenge Triathlon recibo de premio una manzana Golden, medio plátano de Canarias y un vaso de agua. Ya tengo un premio más que añadir a mi amplio palmarés de Triatleta español en Australia. El próximo desafío, dentro de muy poco.
Son las 12:20 del mediodía en Adelaide mientras las piernas me están pidiendo que hoy, por favor, no le haga caminar demasiado. Estoy sentado en un sofá muy cómodo de la State Library. En Vigo, los celtistas están durmiendo líderes en la Segunda División del fútbol español. “Aupa Celta y los celtistas”.
CUANTA RAZON TIENES BRO,LO MAS IMPORTANTE!!!MUY GRANDE BRO COMO SIEMPRE...VAYA TIEMPACOS!!!
ResponderEliminar...por cierto que guapo es el mono mosconi....nuevo??14:14 los 800m OOOOOLLLEEEEEEEEE!!!!!
ResponderEliminarGenial, bravo, me gusta veros disfrutando, parece que lo pasáis bien. mami
ResponderEliminarMe gustan mucho los comentarios que escribes en tu blog. Lo conozco desde que te nominaron para los premios de la Revista de Letras y te aseguro que cuentas con mi voto. Me han hecho reír mucho entradas anteriores, pero me he sentido más identificado con ésta porque yo también estuve practicando el triatlón, aunque hace ya más de diez años que me desenganché. Vamos, que me cansé de tanto elitismo, y que me veía fuera de lugar rodeado de tanto niñato con una sola idea en su cabeza (entrenar, entrenar, entrenar). Durante un tiempo estuve pensando cómo podría relatar mis experiencias como triatleta, pero no encontraba la forma de plasmarlo sobre el papel. Ahora que te leo en el blog, me he dado cuenta de la forma y el estilo más apropiado para contar esas anécdotas del "sufrido" deportista popular. Pues nada, como sigas así, te veo pronto haciendo un ironman. ¡Que lo cuentes!
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