Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

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jueves, 10 de febrero de 2011

04/02/11 Pon un anillo de compromiso en tu vida

19:50 de la tarde.
Hoy me he dado un atracón de inglés. Mi cabeza no es capaz de pensar en otra cosa que no sea una canción en castellano. Necesito desintoxicarme de tantas palabras que no conozco. Enciendo mi iPod y me enchufo a la realidad. Me he quedado hablando con Fabio en la State Library más de la cuenta y no recordaba que la vida en la ciudad se termina a las seis de la tarde.
Voy hasta la estación de trenes. El próximo tren pasa dentro de una hora: 20:52.
“No problem. Hay autobuses que me van a llevar a casa”, pienso mientras me coloco bien los auriculares.
Hay 4 autobuses que van desde la ciudad hasta Mawson Lakes: el 222, el 224, el 226 y el 228. Pero el próximo no llega a mi parada hasta dentro de media hora.
Lorena está hablando con Eva por teléfono, así que no puedo avisarle de que llegare tarde.
La ciudad esta vacía. 


Solo quedan borrachos aborígenes que han perdido la cabeza por no dejar de beber desde que tienen memoria. Ya no se acuerdan de nada. El aborigen que se pasea por nuestra parada no deja de repetir:
“I lost my head, I lost my hair, I lost my hate”. He dejado colgada la canción “Suave es la noche” de Quique González, para escuchar al aborigen decir que ha perdido su cabeza, su pelo y su odio. Es triste, pero ya no me sorprende ver aborígenes por la calle, antes eran una especie de souvenir regalado. Que injusta es esta frase, pero era verdad. “Mira un aborigen” me decía cada vez que veía a uno. Y pensaba en sacarles una fotografía como si fueran un juguete. Y lo son, son un juguete roto por las facilidades que le da el gobierno, por el dinero regalado por ser quien son, por haber sido obligados a vivir otra vida impuesta por la sociedad moderna. Ya no comen canguros, ni perros del desierto, ni miran a las estrellas para saber si la vida les va a servir para algo.
Un tipo que está a mi lado esperando el autobús le da 5 dólares. Esta completamente  aterrado. Se le ve en la mirada. Lleva traje, corbata hortera y una bolsa de una joyería que parece esconder el anillo de compromiso que le va a regalar esta noche a su amada. “Que éste borracho no me quite mi anillo, por favor”, debe pensar, o eso es lo que transmite su mirada. A mi también me pide dinero, pero tengo los auriculares puestos y me hago el despistado. Lo que menos me importa ahora es el aborigen pidiéndome dinero. Quiero que dejen de pasar autobuses que no son el mío y regresar a casa.

Dos coches policías se paran junto al aborigen. No deben pedirle ninguna documentación. Vienen a ver qué le pasa al aborigen borracho porque alguien que se acerca a ellos le dice que ahí esta, ese es la escoria que hay que eliminar.
El tipo del anillo de compromiso respira hondo. Los policías golpean la espalda del aborigen y le dicen que no va a tener problemas.

“Hoy tu amada te dice que sí”, le digo mentalmente al tipo del traje que sigue a mi lado.
La ciudad ha empezado a recibir a parejas extrañas que pasean cogidas de la mano. Cada uno de los tipos que veo lleva una bolsa de la misma joyería. Hoy debe ser el día de la pedida de mano. Consulto mi horóscopo por si dice algo que me he perdido. No hay nada que me diga que tengo que regalarle ningún anillo a Lorena.
El aborigen se apoya contra un árbol y los policías mascan chicle sin ganas. No dejan de pasar autobuses que no son el que necesito.


Cojo el autobús 229 que para cerca de Mawson Lakes. Me deja en la parada 29 de Main North Road. Lorena ya lo sabe y me va a pasar a buscar. El aborigen no se levanta del suelo. El árbol tiene en una de sus ramas una bolsa de la misma joyería. Seguro que alguna chica de las parejas que han pasado antes por mi lado, le ha dicho al tipo que no.
Llego a la parada 29 y Lorena me está esperando con el coche.
Nada más entrar le doy un beso y le digo:
“Un día de estos vengo con una bolsa de una joyería que conozco en la ciudad y te pido una cosa importante”, le digo.
“Que dices qué”, me contesta mirando fijamente al cruce que tenemos que coger en Main North Road para llegar a casa.

Son las 21:45 de la noche y la ciudad debe estar dejando de recibir parejas con bolsas de joyerías en las manos. A estas horas en España (12:15), no hay aborígenes australianos que te pidan dinero en las paradas de autobús. Hay carteristas que entran por la puerta de la comisaría con 200 euros en el bolsillo, y salen por la misma puerta diez minutos después, sin el dinero, pero con la misma intención de volverle a quitar la cartera al próximo pringado que se crucen por la calle.

2 comentarios:

  1. un toque lynch para una bonita cancion

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  2. tu ya le regalas algo muy bonito a Lorena cada día Sam...
    Muy bonita canción de un talento como Quique.

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