Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

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lunes, 7 de febrero de 2011

01/02/11 Araña Dundee II

Cada uno empieza las trilogías por dónde mejor le parece. Yo empiezo la mía como cazador de arañas por la segunda parte, que siempre es la más floja de las tres. O alguien recuerda la segunda parte de “Tiburón”, o “Matrix Reload”, no era un truño insufrible; y “Rambo II”, dónde estaban los Charlies cuando tanto los necesitaba el pobre Stallone.
Mi trilogía empieza hoy con la visita de una de las más peligrosas, jodidas y venenosas arañas que puedes tener en tu casa: Las Redback (o espalda roja).
Las Redback pertenecen a la familia de la “viuda negra”. Es decir, que son carnívoras sexuales que nada más terminar la cópula con el pobre macho, lo aniquilan. Algunos machos, para poder copular durante más tiempo, se dedican a ir en pareja para poder terminar de fertilizar a la devoradora Redback. Me pregunto cuál de los dos machos decide ser el primer sacrificado.
“Tío, cómo lo hacemos, tengo ganas de dejar de ser virgen, pero tampoco me apetece morir rápido”, le dice una araña macho a su colega.
“Pues no sé. A mí también me apetece hoy perder la virginidad”, le contesta el otro.
“Nos la jugamos a los chinos”, insinúa el primero.
“Venga”.
“Cinco con los que tengas”, dice el primero adelantando una de sus patas hacia su colega.
“Cuatro”, responde el otro mirándole a los ojos.

El ganador tiene la seguridad de estar más tiempo copulando con la Redback hembra, que se habrá cargado rápido al primero y dejará que el segundo se retoce un poco más.
Después del trío pervertido entre arañas, llega mi momento. Tengo la casa muy limpia. Todos los que habéis dado un paseo vía Skype por ella, lo habréis comprobado, y los que no, ya os lo digo yo que está todo como los chorros del oro. Amarillo.
En uno de esos días de repasar cada rincón de la casa, me tropiezo con una tela de araña muy caótica.
“A ver qué araña tenemos aquí”, pienso para mí. “La puta!!!” grito con los ojos desorbitados.
Los pocos pelos de mi cabeza se ponen tan de punta como el primer punk de Londres que decidió poner de moda ese tipo de peinado. Un escalofrío que recorre mi rabadilla hasta la punta del último pelo de mi cabeza.

Es mi primera Redback en casa. Está colocada  tranquilamente en la esquina de la puerta metálica del parking. Dicen que les gusta plantar sus redes en sitios metálicos. Que son pacíficas si no les tocas las narices en el momento de la cópula y que pueden guardar el esperma de un macho durante mucho tiempo, para tener crías cada 25 o 30 días.
Si fuera una serpiente, seguro que podría ver dentro del cuerpo de la Redback hembra, la figura del macho devorado, pero será mejor no mezclar especies animales, porque no me imagino qué podría salir de la suma de una serpiente venenosa más una Redback.

Me agarro los machos y respiro hondo. Salgo corriendo hasta el armario en donde tenemos los insecticidas y me convierto en Araña Dundee II. Todavía no tengo la capacidad de controlar con mi mente a los animales que salen a mi paso, pero tengo la capacidad de apretar el botón del insecticida hasta que la Redback se retuerza sobre su tela y muera antes de que nos mate de un picotazo. Lanzo tanto insecticida sobre la Redback que yo también empiezo a sentirme mal. “No puedes caerte ahora, Dundee”, me digo mientras salgo del parking y dejo que la Redback muera tranquilamente.

La segunda parte de la trilogía termina bien. Tenemos la esquina del  parking totalmente empapado de insecticida y sin Redback por un tiempo. Espero que la próxima devoradora de hombres que se acerque por aquí no tenga la intención de picarme mortalmente.
Son las 13:00 del segundo día más caluroso del verano australiano. Ayer llegamos a los 41ºC sin que el sol se despeinase. A las 3:30 am en España, las devoradoras de machos inocentes deberían estar durmiendo lejos de cualquier intención hambrienta. 

2 comentarios:

  1. muy bueno el chiste de las arañas,patentalo bro

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  2. Es tremendo tener la preocupación de controlar si tienes una araña en casa. Te quita tranquilidad.
    mami.

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