Fin de la Primera Parte de las aventuras de Lorena y Sam en Australia. Si quieres saber cómo nos va:

Y ahora, ¿Cómo es el invierno en Australia?

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viernes, 25 de febrero de 2011

18/02/11 Y yo cuando utilizo What the hell

Hay expresiones en inglés que la gente utiliza en diferentes momentos. Le das el tono adecuado y pareces un negro del Bronx jugándote la vida en un partido de baloncesto en la calle. “Oh, man, wassup oh what the fuck”, y resulta que puede ser algo genial o que algo no te va a ir bien, así que ándate con cuidado.
A mí hay una expresión en inglés que me gusta decir muy a menudo, pero Lorena siempre me corrige diciéndome eso de: “ahora no toca decirlo”.
Como supondréis por el título de hoy,  me encanta decir: “What the hell”, o lo que viene siendo: “qué demonios”, “me cago en la puta”, “por los clavos de Cristo”, “la puta de oros”, "copón"  o cualquier expresión de esta índole, o incluso todas las anteriores a la vez.
Lorena me explica en qué momento sería adecuado decirlo:
“What the hell,  lo puedes decir  por ejemplo cuando te encuentras a tu coche con las cuatro ruedas pinchadas, y entonces puedes soltar: “What the hell”, pero con rabia, enfadado de verdad”.
Creo que lo pillo. Empiezo a intentar aplicarlo en otras situaciones reales de la vida en South Australia.

Primer intento de decir “What the hell” en un contexto real.
Enciendo mi iPod en modo Random y a la quinta canción suena  una canción de Elton John que me gusta mucho. “What the hell, qué canción más buena escribió Elton”, le digo a Lorena mientras suena “I guess that´s why they call it the blues”. Lorena me mira de reojo y mueve la cabeza en evidente señal de desaprobación. “Ahora no toca”.
A pesar de todo, la canto entera y cuando termino pienso: “What the hell, porque me gusta esta canción. Y de Elton John”.
Busco otra situación más propicia.

Segundo intento:
La cocina después de preparar el desayuno, se queda siempre hecha un desastre. Lavo los platos del desayuno, las tazas, el cuchillo que corta las naranjas y la cafetera del Ikea,  después de servir el mejor café del mundo. El aroma es inmejorable y el sabor es amazing (increíble).
“What the hell, que pedazo de desayuno te preparado hoy, eh, amore”,
“No churri, aquí no está bien decirlo: Podrías decir, oh my Gosh, that´s awasome”, me dice con su acento casi australiano.
Pero a mí esa frase me parece aburrida. No me rindo. Sigo probando.


Tercer intento.
Paso por el lavabo después de que el luchador de sumo de ayer elimine lo mucho que le sobra. El olor es insoportable. No sé quién lo invitó a pasar  por nuestro lavabo, pero nos ha dejado un desagradable recuerdo.
“What the hell, oh man, voy a echar la raba”, voy gritando por el pasillo, realmente cabreado. Echo la raba (que dicen en Galicia los amigos de Lorena y que a mí también me encanta decir), la primera papilla y todas las barbacoas que me coma en Australia desde hoy hasta que volvamos a casa.
“Ummm podría ser, pero yo creo que estaría mejor en otra situación... Mira, para que lo pilles. Es como si media hora antes de empezar un triatlón te encuentras con las dos ruedas de tu bicicleta pinchadas, no tienes repuesto y no hay nadie que pueda dejarte unos neumáticos de repuesto”.
Con ese ejemplo clarificador, lo tengo todo controlado.


Cuarto intento:
Lorena sale de la habitación con un vestido negro precioso, las botas de piel y el pelo recogido. El conjunto es espectacular, le realza toda su belleza y me quedo con la boca abierta. “Tío, ahora es tu momento. Le sueltas el “What the hell”, con un tono de “estás preciosa, estás como un queso”, suave, sin estridencias, slowly… Vamos tío que tu puedes…”, voy pensando antes de soltarlo.
“Amore… (pausa dramática de cinco segundos, mirada de arriba abajo, sutil, ojos de cordero degollado): What the hell…”, le digo con todo el romanticismo del que es capaz de destillar mi cuerpo.
“No neno, no. What the hell, así, con ese tono tampoco queda bien”.


Me desespero tanto que estoy por coger el cuchillo de deshuesar el pollo, ir hasta la bicicleta y quedarme sin triatlón este fin de semana.  “Así no fallas, pero ¿crees que valdría la pena?”, me pregunto.

“What the hell!!!”.  Escucho que grita Lorena desde el lavabo de nuestra habitación.
“Mira que pedazo de araña hay en el suelo”.


“What the hell”, le digo yo mientras escondo el cuchillo grande en el bolsillo trasero de mi pantalón.
“Ves, ahora sí que queda bien decir: What the hell”.
Hoy me invento la hora a la que termino de escribir esto. Son las 6:00 am en Mawson Lakes y ya estoy despierto. En Vigo y en Barcelona son las 20:30 y todavía no habéis pensado qué vais a cenar… “What the hell”.

3 comentarios:

  1. Atrevido, imaginativo y sorprendente tu blog. No lo he mirado en profundidad pero lo haré.
    Ahí va mi voto para Revista de Letras.
    Mucha suerte (recuerda que la entrega de premios es a las 18:00, hora española. Yo qué sé qué hora será en Australia!)

    Un abrazo.

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  2. pedazo de desayuno que os pegais guys

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  3. OLE LAS GALLEGAS TREMENDAS!!!!!

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